El beso no consentido de Rubiales. Foto de El Confidencial |
En primer lugar, todo nuestro a poyo a Jenni Hermoso que está teniendo que soportar, además de la agresión sexual, todas las presiones que le condicionan para tomar decisiones libres. Es el calvario que le toca sortear a cada mujer que ha sido sometida a agresiones machistas diversas.
Dicho esto, en lo que respecta a las actuaciones que se están sucediendo, no podemos entender que las denuncias estén yendo sólo por el terreno deportivo. Es importante que ese tipo salga de la presidencia de la Federación, que para él quizá, será lo más duro, pero la cuestión es que nos preguntemos el porqué de que no hay una denuncia DE OFICIO de la Fiscalía o de algún organismo político ante un juzgado si lo que existe es un probado delito de agresión sexual y abuso de poder.
En la lógica del Estado de Derecho se supone que las leyes están para cumplirlas y cualquier delito debe denunciarse y que se le aplique lo que esté estipulado. Estamos acostumbradxs a que se tomen nuestros datos en manifestaciones y a que se nos acuse de resistencia a la autoridad por cualquier cosa, se nos acusa por ejercer el derecho a la protesta o el derecho de expresión en ámbitos artísticos, entre otros. Nos sentencian a penas de cárcel, multas y todo tipo de condenas desproporcionadas.
Pues bien, ahora tenemos este caso señalado incluso por la prensa extranjera de intolerable agresión machista, de violencia sexual y ¿no se pone en marcha la maquinaria judicial? ¿Cuál es el motivo? Es la estructura del fútbol establecida tan poderosa que hay que dejarla a que sea ella la que tome las medidas que considere oportunas?
Si dimite de su cargo deportivo o lo echan está bien, es necesario para que el deporte quede limpio de estos casos y sirva de ejemplo para que no se vuelvan a repetir en estos ámbitos, como así lo estipulan en sus reglamentos internos, pero eso no le exime del delito.
¿En qué queda lo del 'consentimiento', lo de 'solo sí es sí'? ¡Tanto debate de las LEYES para no aplicarlas...!