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jueves, 18 de abril de 2019

Responsabilidad por votar o no votar





Existe un afán masivo entre las personas "de izquierdas" de inculcar el miedo al "trifachito" para que se vote, al mismo tiempo que de "culpar" a quienes se van a abstener por convencimiento político. 

Los argumentos existen para las dos opciones. Lo que es intolerable es ese acoso y esa falta de respeto a la decisión de la abstención. 'Si no votas, luego no te quejes, vota aunque no estés convencidx, lo otro es peor...'; pero lo mismo se puede decir a la parte contraria, 'Si votas, luego no te quejes si siguen aplicando las leyes injustas de desigualdad en todos los ámbitos, sobre trabajo, vivienda, inmigración,  la represión en cualquiera de sus formas, la diversidad de las personas, sobre el medio ambiente, la salud, la educación, sobre la redistribución de la riqueza...'. Todo lo que en ningún caso se toca en lo esencial.

Lo que es un hecho es que la presión para cambiar leyes, para conseguir reivindicaciones, para que se cumplan las promesas electorales y hasta las leyes aprobadas en todos los congresos, senados, asambleas regionales, plenos municipales, etc, la ejerce finalmente la calle, la lucha organizada, la masiva indignación manifestada. 

Esa es la presión que temen y a la que finalmente se tienen que plegar los gobiernos de cualquier color, por eso el afán desde arriba, desde los poderes fácticos, de que participemos en las urnas para encauzar nuestro malestar, nuestro deseo de justicia y delegar en otrxs, 'que nos representen'; nada de democracia directa, 'espérate hasta dentro de 4 años y vota a otra delegación, no te organices en otro ámbito que el establecido.

Remacha esta gente de “izquierdas” que una cosa no está reñida con la otra, que se vote y también que nos manifestemos en la calle, pero la terca realidad es que los partidos políticos, intentan fagocitar -y muchas veces lo consiguen- los movimientos sociales queriendo tener el protagonismo, la dirección y el control para mover la situación cuando les conviene a sus intereses o dicho de otra manera, que no se les vaya de sus manos en ningún momento. Salir, adecuadamente, en fechas determinadas para desahogarnos y al día siguiente volver a casa a seguir viendo la tele, donde nos volverán a dirigir hasta nueva fecha. 

Los poderes fácticos dominan los medios de comunicación, la educación, la cultura y en definitiva nos marcan los objetivos para que nos sintamos felices con un consumo artificial, y ante todo individual, les encanta el término “familia” para encorsetarnos en un egoísmo que hacen pasar por generoso; ‘el otro’ se circunscribe a los tuyos, mientras que fomentan la desconfianza, cuando no el odio, hacia el resto, cuanto más alejado de tus iguales, más intenso. En todo caso, la solidaridad la hacen confundir con las donaciones (la caridad de toda la vida) y la lástima. 

Y todo este entramado escapa a ‘tu partido’, no lo puede controlar ni cambiar y si lo intenta, lo destruyen. No lo pueden permitir, las reglas del juego “democrático” son claras. El Sistema lo tolera si se somete, si no da problemas de fondo, incluso viene bien tener estas ideas en su seno, que se ilusionen con creer que se puede cambiar todo desde dentro. Una organización al margen es lo peligroso. 

Por eso, una vez dentro, domesticados, el mensaje es ‘Vota a los tuyos que velaran por tus intereses’ y todos tan contentos. La fiesta de la democracia te hará feliz. Que no te la estropeen.

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