jueves, 13 de agosto de 2020

LEALTADES Y CORPORATIVISMO DE «IZQUIERDAS»

 


Lucía Barbudo

LEALTADES Y CORPORATIVISMO DE «IZQUIERDAS»

Cada vez me parece más obsoleta y de poca precisión y seriedad política la distinción entre la derecha y la izquierda. Creo que las narrativas que polarizaban y distinguían las líneas políticas de los dos principales partidos políticos que hemos tenido hasta hace poco se entremezclan y confunden cada vez más (ahora cuajados en otras formaciones que suman en número, pero no en contenido), hasta el punto de que ya resulta absurdo hablar de unos u otros partidos en esos términos: los de derechas y los de izquierdas como si defendieran o representaran cosas opuestas. 

Se piensa que la derecha mira más por lo privado que por lo público, sin embargo la modificación del artículo 135 de la Constitución que priorizaba el bienestar de los bancos al bienestar de las personas se hizo bajo gobierno «socialista», ¿no era la derecha la que defendía los intereses de las finanzas privadas, las élites del Poder y la izquierda la que velaba por el interés del bolsillo del ciudadano de a pie? 

Con un gobierno de derechas se impuso el mayor atentado vía democrática a los derechos y libertades ciudadanas, la Ley Mordaza, modificación que fue muy criticada por la izquierda en la oposición (ah, qué fácil es estar en la oposición, vacaciones pagadas en Punta Cana para la oligarquía!) y que fue equiparada con la antigua ley franquista de Vagos y Maleantes. Sin embargo, con una coalición de «izquierdas» en el gobierno, esa misma ley que decían propia de estados totalitarios sigue vigente.
Con la crisis-estafa de 2008, y con la «izquierda» en el gobierno, se produjeron recortes, fundamentalmente en sanidad y educación y ayudas sociales, y se acusó al gobierno de ser súbdito del FMI, de gobernar para las grandes multinacionales y no para las personas y de hacernos pagar una deuda que no era nuestra.

  Que no se nos olvide jamás que el 15M se levantó en la calle con un partido de «izquierdas» en el Poder. 

Hoy, con la nueva crisis covid19, resulta que tenemos un gobierno de «izquierdas» que sigue acumulando deuda y que ya anda anunciando nuevos recortes, adivinen dónde. 

Me dicen que me ponga la mascarilla por mi bien y el de lxs demás pero no hay medidas ni decisiones encaminadas a hacer nada que yo vea que es realmente por mi bien y el de lxs demás. Por mi bien y el de lxs demás se estarían abriendo procesos de oposiciones para el cuerpo de maestros y profesores, no generando texto en el BOE para que lxs críxs se pongan la mascarilla en septiembre y lleven todes una bolsita de aseo con gel hidroalcohólico y otra mascarilla de repuesto. Esto, perdonadme que lo diga, es una chapuza de medida, una cutrez y una mierda gigante que significa no estar a la altura del estado de alarmante pandemia en el que estamos. Y que nuestrxs peques no vuelvan al cole y que eso suponga que las familias tenemos que hacer UNA VEZ MÁS de amortiguador, es algo por lo que muchas madres no estamos dispuestas a pasar. Por mi bien y el de lxs demás, esas nuevas plazas posibilitarían una bajada de las ratios por curso y un desdoblamiento de los grupos en distintas franjas horarias: a menos alumnxs por aula, más distancia de seguridad y menos posibilidades de contagio. Por mi bien y el de lxs demás, también habría muchos más puestos habilitándose para médicxs y enfermerxs y una inversión mucho más bestia en sanidad e infraestructuras que no estoy viendo. Esas, creo, serían un par de cosas así a vuelapluma por mi bien y por nuestro bienestar. 

 Tengo la impresión, por el nivel de hostilidad en torno al tema covid que se viene levantando de un tiempo a esta parte por parte de la «gente de izquierdas», de que existe un corporativismo de «izquierdas» muy fuerte porque esta crisis nos ha pillado (qué mala suerte) con un gobierno de «izquierdas» en el poder, y claro, en esa dicotomía simplista de estar de un lado o de otro, no vas a criticar a tu equipo, ¿no? Ese es el nivel. El pensamiento crítico por lo visto se muere porque hay un gobierno de izquierdas gestionando la pandemia y criticar la gestión de un gobierno de izquierdas te convierte en
a) facha
b) terraplanista
c) conspiranoico y/o
d) negacionista
porque, claro, la inteligencia es de izquierdas y criticar la izquierda entonces computa para que te den créditos de tonta del culo, ¿no? ¿Es esa la lógica que se maneja? 

Criticar la gestión del gobierno (me da exactamente igual que sea de derechas que de «izquierdas» porque como ya he explicado con un par de ejemplos más arriba, las categorías de derecha e izquierda son para mí compartimentos vacíos, narrativas con olor a alcanfor de las que sólo han permanecido las palabras y no los hechos) no es negar la existencia del covid19, ni negar los muertos, ni negar la enfermedad, ni negar el contagio, ni me convierte en reptiliana, ni me da puntos extra para presentarme a un casting de la mítica serie de los 80 V remasterizada. 

Criticar la gestión del gobierno es mostrar desacuerdo con las decisiones tomadas, es estar en contra de las vergonzosas medidas que sólo son parches, es ser crítica con la información que nos dan y que se te levanten las dos cejas por las incoherencias. Criticar la gestión del gobierno es abandonar el enfermizo, loco y neurótico discurso del miedo para pedir más salud democrática. Criticar la gestión del gobierno es buscar puntos y afinidades desde donde articular una respuesta colectiva que a mí, personalmente, me deje dormir tranquila por las noches sabiendo que lo estoy intentando. Porque, y esto sí que me suicida las neuronas, escuchar que con un gobierno de derechas nos iría aún peor no es un argumento para comulgar con lo que hay. Eso es derrota y es fracaso. 

 A mí me mosquea bastante que si llegan a estar, ponte, PP y Ciudadanos gobernando con el covid19 y tomando, ponte, exactamente las mismas medidas que Ken Sánchez y su gobierno de coalición de «izquierdas» en el power, serían precisamente los del POSE y Pablo et al los que estarían diciendo exactamente lo que dicen los fachas de la derecha. 

 Me imagino perfectamente al Pablo Mesías de su Iglesia con la Constitución en la mano diciendo que el confinamiento se pasa por el forro varios derechos constitucionales. Me imagino perfectamente a la izquierda diciéndole a la derecha lo que la derecha está diciéndole a la izquierda. 

 Me imagino a la «izquierda» haciendo manis contra el gobierno (sin tanta bandera de Expaña, eso sí) y organizando la calle ante la perspectiva de un nuevo y antidemocrático confinamiento. Me imagino los gritos en el cielo, la de cejas que estarían levantadas con cada declaración de la OMS que contradice y no justifica cada decisión del gobierno. 

Me imagino a la derecha en el gobierno con el covid19 aprovechando la coyuntura para dar más poder a la policía racista, aprovechando la coyuntura para desmantelar todavía más los servicios públicos de sanidad, no moviendo un dedo por la escuela pública ni por la infancia, me imagino a la derecha viendo impasible cómo se contagian los trabajadores migrantes en nuestros campos sin importarles tres mierdas sus vidas al tiempo que refuerzan las políticas migratorias y alimentan un discurso de odio racista y xenófobo, criminalizando la pobreza y desmarcándose de su responsabilidad de hacer cumplir los derechos humanos, me imagino a la derecha mirando impasible la huída del emérito intocable, la primera gran estafa y la primera transacción (que no transición) de nuestra recién nacida democracia. 

Me imagino a la derecha en el gobierno haciendo todo eso sólo que no es la derecha, es la «izquierda». También me imagino a la derecha sacando a los militares a la calle y a dar ruedas de prensa, pero eso tampoco lo ha hecho la derecha, lo ha hecho la «izquierda».

 Nos dijeron en 2008 que no se podía hacer otra cosa, que estaban con las manos atadas por las deudas en Europa, y que había que «arrimar el hombro» (una de mis frases top favo) cuando empezaron los recortes para salvar a la banca. 

Que los gobiernos nos mienten en la gestión de nuestras crisis y en defensa de sus intereses y de la gentuza para la que trabajan, creo que es algo incontestable por estar sobradamente demostrado.
Me pregunto cuánto queda para que se empiece a repetir ese mantra otra vez, aunque ya lleva varios meses sonando este otro que parece pergeñado por los hinchas del Liverpool: «esto lo paramos entre todos». De lo creadores del «You'll never walk alone», nos llega la traducción más acertada: «No vamos a dejar a nadie atrás». Manda pelotas. Para lxs aficionadxs que no lo sepan, cuando gana tu equipo, queridx hincha comprador compulsivo del merchandising, tú no ganas absolutamente nada. 

Ya lo dije cuando nos encerraron en nuestras casas: #yomequedoencasa, #peromequedopensando y ahora lo repito: yo me pongo la mascarilla, pero detrás de ella seguiré hablando. 

La izquierda y la derecha no sirven ya como categorías políticas, no significan nada en la agenda. Ya no. Ahora la derecha y la izquierda sólo sirven para sacarse el carnet de conducir y para bailar coreografías. Para hablar del resto de cuestiones que nos atañen, sólo podremos hablar de privilegio, de élite y de posiciones de poder.


Publicado en eldiario.es/murcia: Murcia y aparte


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