El sistema capitalista decide qué y cómo se produce, estableciendo las relaciones de intercambio a nivel local y global; es un sistema injusto e individualista por definición. Concentra la riqueza en pocas manos generando desigualdades, pobreza y exclusión entre las propias personas que creamos dicha riqueza. Para hacer posible esta contradicción es necesario hacer uso de la represión. Por tanto, el capitalismo, ya sea de libre mercado o de estado, no es sólo un modo de producción y distribución de mercancías, sino también una manera de poseer el poder y ejercerlo.
La estructura política elegida por los que detentan el poder para apropiarse del trabajo de la mayoría se llama Estado, que es quien monopoliza e institucionaliza el uso de la violencia, empleándola según sus intereses, valiéndose de la represión para desarticular las conductas disidentes. El ordenamiento jurídico, la policía y el ejército conforman los principales aparatos represivos del estado, a los que hay que añadir otros más sutiles como el sistema educativo, el marco de relaciones laborales y los medios de comunicación de masas generadores de opinión e ideología.
Debemos aclarar que la represión siempre ha existido, de un modo más sutil o puntual, individualizando casos y culpabilizando a sectores excluidos, aunque en estos tiempos de crisis se ha hecho más visible y evidente, ya que el volumen de represión es proporcional al de desigualdad.
La represión se nos presenta de muchas formas, por ejemplo mediante declaraciones de políticos en los medios de comunicación asociando activismo con violencia, mediante controles e identificaciones injustificadas, bloqueando o impidiendo manifestaciones y actos públicos, realizando cargas policiales, algunas con exacerbada violencia e intensidad, detenciones -aunque no conlleven un ingreso carcelario inmediato-, juicios de faltas, etc. Si bien estos procesos no suelen implicar ingreso en la cárcel a corto plazo, sí que es cierto que producen una sobrecarga de multas y costes de juicios que provocan la asfixia de diferentes organizaciones y movimientos sociales.
En el caso de las actuaciones ilegales, -que las hay- el mismo Estado garantiza su impunidad manteniendo una actitud magnánima con los represores. La negativa de los responsables políticos a obligar a los antidisturbios a ir con el número de placa es otra forma de fomentar la impunidad. Llegado el caso se procede al perdón, como el reciente indulto del Gobierno a cuatro Mossos d'Esquadra condenados por torturas. El castigo y la impunidad del mismo, que no siempre respeta la propia legalidad del sistema, tienen la clara intención de atemorizar a la población y es, por tanto, represión.
Cuando se generan procesos de organización de la gente, para hacer frente a sus necesidades como personas y como comunidad, se crea un tejido social solidario. Cuando ese tejido solidario pone en tela de juicio el concepto de poder, es decir, pone en cuestión al propio Estado, y exige además de la redistribución de la riqueza de manera justa, la participación de manera directa en la gestión política, esto es, el reparto real del poder, aparece la represión bajo sus infinitas caras. Represión que tiene como objetivo principal romper no sólo con las convicciones personales de cada individuo, sino desmontar y resquebrajar el tejido social construido con los hilos de la solidaridad y el apoyo mutuo. La represión, bajo sus diversas formas, busca frenar el cambio social.
Por tanto, un grupo de personas hemos decidido constituir la Coordinadora Anti Represión Murcia (A.R.M.) para ir apoyándonos mutuamente ante los casos de represión que en los últimos tiempos estamos padeciendo y que tristemente prevemos vamos a seguir padeciendo. La brutalidad de las cargas policiales vividas en las últimas movilizaciones y el constante acoso al que están siendo sometidas algunas personas de diferentes colectivos y organizaciones, son hechos y situaciones que requieren de una respuesta organizada.
Como objetivo nos proponemos hacer campañas informativas que ayuden a adoptar medidas para prevenir situaciones represivas en las movilizaciones, visualizar la represión mediante la recopilación y documentación de los diferentes casos y denunciar sistemáticamente en los tribunales con el ánimo de poner freno a esta tendencia represiva.
Nuestra misma existencia como personas vivas, imaginativas y creativas comporta la aplicación de medidas represivas por parte del poder y como no estamos dispuestas a dejar de ser como somos, aprenderemos a resistir la represión a la vez que construimos espacios de contrapoder para destruirla.
Basta de represión. Luchamos por nuestros derechos.
Si nos tocan a un@, nos tocan a tod@s.
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