lunes, 17 de mayo de 2021

Combatir las opresiones y las violencias desde la política y no desde la medicina


El 17 de mayo de 1990 la Medicina Blanca Eurocentrada CisHeteroMacha (OMS, por sus siglas en neolengua) cayó (por fin) en la cuenta de que la homosexualidad no era una enfermedad mental.
    
'Caer en la cuenta' es una manera de faltar a la verdad porque en realidad cuando un grupo dominante concede derechos a un grupo subalterno es porque el grupo subalterno lleva muchas décadas de confrontación y visibilización de las violencias que llevan experimentando como grupo minoritario -no en número sino en cuotas de poder.
    
Lo que no se problematiza, no existe.    
Hasta que no se politizó el sufrimiento no se dejó de hablar del 'problema homosexual' para hablar del problema de la homofobia.
    
La línea entre lo patológico y lo normal aparece escrita en los Libros Gordos de Petete, que son los manuales que los blancoscisheteroexpertos utilizan para legitimar que 'esto sí' y 'esto no', como ya cantaba el visionario revolucionario Chimo Bayo en los 90.
    
El DSM-Cinco (sin duda alguna apropiándose la inspiración contenida en la rima 'por el culo te la hinco') sacó también definitivamente la homosexualidad de su lista de enfermedades mentales aunque en su primera edición los homosexuales (mayoritariamente con la -o) pasaron de estar perseguidos por la ley (como criminales) a estar convenientemente medicados (como enfermos). 
No se sabe qué es peor. 
Digo homosexuales mayoritariamente con la -o porque ni siquiera en la expaña* franquista en el remake de la Ley de Vagos y Maleantes se perseguía a las bolleras: la homosexualidad era cosa de hombres porque, sencillamente, las mujeres no teníamos impulsos sexuales. Así de fuerte todo, amigas.
 
El número de enfermedades mentales y diagnósticos crece al mismo tiempo que se multiplica proporcionalmente el número de ceros que la industria FaloFarmacológica ingresa en sus arcas. La denuncia de la sobremedicalización de la población es algo que todavía no se ha conseguido visibilizar desde ningún movimiento político-social y la normalización y naturalización con la que cada día asumimos que gran parte de nuestro entorno está medicalizado es buena muestra de ello. 
El atiborre de pastillas para 'funcionar' (ser funcional al sistema capitalista-productivista) está a la orden del día y proponerlo como conflicto en una conversación suele derivar en acusaciones sobre la falta de empatía o superávit de privilegio.
 
Ni crimen ni enfermedad, ni delito ni pastillas. ¿Realmente lo que no nos mata nos hace más fuertes? Ojalá poder dejar atrás la tendencia de patologizar las opresiones y violencias y ojalá combatirlas siempre desde la política y no desde la medicina.

*Escribo expaña en minúscula porque así me parece que son las patrias: minúsculas. Escribo expaña porque no le tengo respeto a este país de pasado y presente colono que sigue rindiendo homenaje al expolio y al genocidio. Escribo expaña porque me divorcio de aquí y de todos los expañolos. Escribo expaña como una manera de hacerme extranjera de todo lo que no me representa.

Lucía Barbudo
 

Placa homenaje a los homosexuales encerrados durante el franquismo en la antigua cárcel provincial de Huelva.



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