lunes, 23 de agosto de 2021

HABLAN MUJERES MUSULMANAS

 Boushra Almutawakel fue honrada como la primera mujer fotógrafa yemení en 1999

Le damos voz a cuatro mujeres que coinciden en que son las mujeres musulmanas las que deben hablar de su situación y no otras arrogándose como 'sus salvadoras'.

Breve reflexión de Fatima Tahiri sobre la crisis política, humanitaria y la violación de derechos humanos que vive actualmente el pueblo afgano y de cómo está reaccionando el feminismo blanco occidental:

«La situación de crisis política, humanitaria y la violación de derechos humanos que vive actualmente, por desgracia, el pueblo afgano nos coloca en la vieja posición discursiva donde el islam se convierte en la fuente de todos los males. Las lecturas culturalistas basadas en prejuicios racistas e islamófobos no sólo nos coloca 20 años atrás, como Afganistán, sino que nos muestra que las cosas nunca han cambiado para lxs otrxs. Basar toda la problemática de la cuestión Afgana en el islam no es sólo islamófobo y racista sino que deniega la agencia política de los y las afganas como sujetxs politicxs. No son más que musulmanxs que lidian con una religión que les oprime sin tener en cuenta la historia, el colonialismo, la intervención internacional y las características sociales del pueblo afgano.

Nuevamente nos vemos inmersos en las dinámicas racistas e islamófobas donde se apunta a la comunidad musulmana y donde el discurso de la 'salvación de las mujeres musulmanas' se convierte en el eje principal tal y como sucedió en el colonialismo. El uso de la mujer musulmana y su cuerpo ha sido una estrategia colonial para someter a los pueblos y hacer un lavado a las atrocidades y crimines de guerra cometidos durante la colonización.

El mismo modus operandi se utilizó en la invasión de EEUU en Afganistán que más allá de mejorar la situación de la mujer, la empeoró.

Hablar por las mujeres musulmanas es violencia, anular su capacidad intelectual y política es violencia, posicionarte como blanca salvadora es violencia y es una opresión constante con la que muchas tenemos que lidiar. La variante racial y religiosa hace que se suspenda nuestro papel como mujeres y que seamos vistas sólo como pueblos inferiores que hay que salvar y civilizar, negando todo tipo de sororidad y exaltando todo un imaginario supremacista blanco.

La cuestión afgana salpica a toda la comunidad musulmana debido a que el racismo hace que todo sea considerado como un bloque homogéneo, nada más lejos de la realidad. Solo somos [para ellxs] musulmanxs y no somos personas.»




  • Puedes oírla recitar su poema 'Yo soy la otra, que solo quiere ser' y ver las imágenes que lo ilustran en este enlace: https://www.youtube.com/watch?v=rQJUEff0iwI
Fatima Tahiri, española de padres marroquíes. Licenciada en Estudios Árabes e islámicos por la Universidad Autónoma de Madrid. Máster en estudios árabes e islámicos contemporáneos en la misma universidad. Actualmente desarrollando su tesis doctoral sobre 'Religiosidad y prácticas religiosas en los jóvenes musulmanes de España: el caso de los jóvenes de origen marroquí'.
Ha sido investigadora pre doctoral en el Departamento de estudios árabes e islámicos de la UAM y ha trabajado también como investigadora en el Taller de Estudios Internacionales Mediterráneos.
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Boushra Almutawakel, fotógrafa yemení, Su trabajo aborda la percepción internacional sobre árabes y musulmanes, centrándose en particular en la percepción internacional sobre los temas de género y en las representaciones de las mujeres musulmanas/árabes y su vestimenta.​​​
Es autora de la imagen que se ha viralizado con la llegada de los talibanes a Afganistan, una serie que muestra la transformación de una madre musulmana, su hija y una muñeca. La obra fue creada en 2010 y, 11 años después, en medio de la crisis de Kabul, ha vuelto a circular ampliamente.



En una reciente entrevista, si bien se alegra de que su trabajo tenga repercusión en el mundo, cree que ha sido mal interpretado y utilizado como una forma de criticar al islam y el uso del velo (o hiyab).
Se expresa así:

«Mi trabajo no es sobre el Islam, es sobre el extremismo. Se trata de la misoginia patriarcal, que no solo se encuentra en el mundo musulmán y árabe, está en todas partes.Y yo no estoy hablando por las mujeres afganas. Ellas pueden hablar por sí mismas. Creo que la gente debe escuchar y no hablar en su nombre.»

Y continúa: «Y eso es lo que pasa con Occidente. Sé que es por buena voluntad, pero también queremos salvarnos a nosotros mismos y tenemos voces. Occidente no puede seguir hablando por nosotras. Las mujeres afganas necesitan hablar. Y estoy segura de que lo harán. Ellas tienen voces, son fuertes.»

Sobre el papel de Occidente es contundente y reitera: «Occidente no necesita salvarnos. Y, en todo caso, Occidente nos ha destruido. Los talibanes fueron creados por Estados Unidos para que pudieran luchar contra los soviéticos. Y le dejaron a los talibanes al pueblo afgano. ¿Quién los necesita? ¿Qué clase de mundo es este? Ojalá Occidente se mantuviera fuera de nuestros países, incluido el mío. Han destruido el Medio Oriente en todos los aspectos.»

Puedes leer la entrevista completa en este enlace:
Afganistán | "No todas las mujeres que usan el hiyab están oprimidas": Boushra Almutawakel, autora de la imagen que se viralizó tras la irrupción del Talibán

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Leyendo a estas mujeres nos damos cuenta de que las feministas blancas tenemos grabado a fuego que nosotras nos ponemos bikinis porque queremos y las musulmanas se visten así porque las obligan. El «ellas» y el «nosotras» son los pronombres básicos que constituyen la sintaxis destinada al pensamiento racista/ imperialista/ colonial y que muchas veces se airean con la soberbia y la arrogancia de quien cree estar en el lado adecuado del feminismo (uno, blanco y libre).
   
Las mujeres feministas musulmanas son de obligada lectura para empezar a pensar(nos) desde un lugar menos asqueroso como femiListas. También nos sirve para aprender leer las publicaciones y destellos de lucidez de Wadia N Duhni sobre qué podemos hacer las blancas con toda esta bola de violencia que en realidad nos pilla bien de cerca en nuestras ciudades, barrios, edificios y ascensores. Las que tenemos hijxs tenemos trabajo para que en nuestras semillas no crezca ni se perpetúe el odio hacia la otredad. 

Lo escribe así Wadia en su muro de facebook: «Muchas me habéis escrito en los últimos días preguntándome, desde vuestra posición de privilegio, cómo podéis apoyarnos. Yo siempre digo lo mismo: USANDO ese privilegio. Si presenciáis cualquier tipo de ataque o agresión racista a cualquier persona migrante o racializada, en CUALQUIER espacio (en el trabajo, en la cola del supermercado, en la plaza, en el banco, en el bar con los colegas, en la uni, en las playas; donde toque); MOJAROS. Señalad con el dedo. Que todo el mundo lo vea. Que el agresor o la agresora queden abiertamente identificados y rechazados. Si no tienen vergüenza, hacédsela sentir. Sin tapujos. Sin medias tintas. Con total parcialidad. Mirad a los ojos. Grabad los hechos. Ofreceros como testigos. Acompañad. Denunciad. ¿Hasta cuándo? Hasta que los paremos. Hasta que este aparato racista colonial sea desmantelado por completo. Abrazadnos. Sostenednos. Nada en el mundo es más empoderador ni más electrizante que alentarnos unas a otras. Que sentirnos. Que estar. Protejámonos. Amémonos luchando por lo justo desde nuestro lugar en el mundo. Bailemos al son de esta –nuestra– revolución.»

Y en otro momento: «¿Podéis dejar de compartir las imágenes en minifalda de las mujeres afganas como símbolo de progreso? Y revisaros un poco de paso. Ni desvelarse ni occidentalizarse son un símbolo de progreso. Tener libertad para hacerlo –si se quiere–, sí; pero nada que ver con esto». 

En Instagram, de @princesayleonadelatlas queremos compartiros su acierto al señalar que el odio hacia las personas trans viene del mismo lugar que el odio hacia un hiyab y que aunque se vista de morado, fascista queda. Ella habla de 'dogmatismo neocolonial' y alerta del peligro de 'predicar odio' hacia la otredad desde un discurso supuestamente feminista.
Mujeres que necesitan protección, ayuda, mujeres desvalidas, mujeres-víctimas, mujeres que necesitan unx salvadorx (por supuesto blancx) son maneras de nombrar(nos) sacadas del Manual del Patriarcado. No repitamos con nuestras compañeras las mismas lógicas que tiene el patriarcado con nosotras, las feministas blancas occidentales, las empoderadas y liberadas por antonomasia. Abandonemos esa actitud infantilizante y paternalista, ese feminismo asistencialista y oenegero.

Gracias de verdad a todas las feministas musulmanas que están publicando estos días (y no sólo) para explicarnos incansablemente todo lo que todavía no entendemos.

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miércoles, 18 de agosto de 2021

Frente al ecocidio en el Mar Menor es la hora de actuar: Llamamiento al boicot de la agroindustria murciana

 


Ante el nuevo episodio de anoxia (falta de oxígeno) en la laguna del Mar Menor con la aparición de miles de peces muertos volvemos a asistir perplejos e indignados ante el ruido y confusión originados por la intoxicación mediática respecto a las posibles causas y el enfrentamiento político entre los diferentes grupos de la partitocracia que desde las diferentes administraciones pretenden responsabilizar hipócritamente al adversario político mientras su gestión política demuestra reiteradamente que son cómplices por acción u omisión, corrupción incluida, del ecocidio perpetrado en el complejo y frágil ecosistema marmenorense.

Como títeres al servicio de los poderes fácticos, los oligarcas, la agroindustria y las multinacionales, continúan mareando la perdiz con vacíos y falaces argumentarios políticos mientras unos pocos se lucran destruyendo el patrimonio natural de la Región de Murcia.

Unas pocas empresas en el campo de Cartagena explotan intensiva y, muchas veces, ilegalmente, los recursos naturales produciendo frutas y verduras a gran escala mediante fertilizantes y plaguicidas. Esta es la principal razón de que el acuífero y la laguna reciban cantidades ingentes de nitratos y otros productos sintéticos, tóxicos y cancerígenos que ponen a la laguna al borde de su virtual destrucción infligiendo daños probablemente ya irreversibles.

Por otro lado, nos enteramos de que el probable cacique mayor de la Región de Murcia, la intocable familia-saga de los Fuertes con su buque insignia El Pozo Alimentación radicado en Alhama, ha adquirido la isla Perdiguera, en pleno centro del Mar Menor.  No nos parece descabellado que prevea que cuando la laguna haya colapsado totalmente tal y como está, se proyecte sobre su área-entorno  un megapelotazo urbanístico con la expansión insostenible y antisocial del modelo de negocio de los infames y absurdos campos de golf, esos mismos que en una tierra con grandes limitaciones hídricas crecieron como setas de forma irracional y antieconómica y que ahora muchos de ellos quedaron fallidos.

Estos negocios con la complicidad de la mafia política y bancaria coadyuvaron en el colapso de entidades bancarias como Caja Murcia, rescatada posteriormente como Banco Mare Nostrum, absorbida por Bankia que, a su vez, fue  rescatada por el Estado con la consiguiente pérdida estimada de unos 22.426 millones de euros solo para reflotar esta última, y la CAM, Caja de Ahorros del Mediterráneo, también malvendida y absorbida por el Banco Sabadell por un precio simbólico de 1 euro después de haber sido saneada y rescatada a través del Fondo de Garantía de Depósitos y del Frob con unos 26.302 millones de euros.

También, esta familia-saga pretende ampliar su negocio con la implantación de una nueva macrogranja en los aledaños de Yecla. Ante la movilización social del pueblo, los permisos para la instalación de este modelo de negocio depredador y sumamente contaminante están a punto de concederse en territorio de la provincia limítrofe. El mercado chino demanda cerdo en grandes cantidades y los Fuertes amplían su producción para satisfacer dichas necesidades. Mientras, los Fuertes se enriquecen, contaminan por encima de nuestras posibilidades, maltratan animales y esclavizan a sus trabajadores en su megafábrica de Alhama de Murcia.

Volviendo al campo de Cartagena -sabiendo algunas de las interrelaciones de negocio en la Región de Murcia- podemos pensar que cuando toda esta zona quede improductiva por la erosión, contaminación y degradación medioambiental, estas multinacionales trasladarán sus explotaciones a otras latitudes habiendo arrasado el territorio y la costa con sus obsoletas prácticas agrícolas. No les importa. Entonces, ya vendrán otras  iniciativas quizá de los campos de golf que apuntábamos, para seguir la explotación insostenible y degradante de la zona.

Mientras perpetran estos crímenes ecológicos con la aquiescencia de los diferentes poderes políticos, administraciones, entes e instituciones, incluida parte de la comunidad científica, fondos de inversión están ya invirtiendo e implantándose por todo el Noroeste para despojar a los pueblos de la comarca y sus pobladores de sus codiciados recursos naturales y fertilidad. Una vez amortizado y abandonado el campo de Cartagena, el turno siguiente le toca al norte de la Región para continuar depredando y monetizando el patrimonio común.

Ante este estado actual de las cosas, solo nos dejan una alternativa: pasar a la acción, señalar al Grupo Fuertes y las multinacionales de la agroindustria como los culpables de los mencionados crímenes con el colofón del ecocidio del Mar Menor.  Estos caciques deberían confesar ante la opinión pública sus perversas intenciones de enladrillar y “engolfar” la contaminada laguna y  renunciar a su depredación económica, cambiar de rumbo, aplicar el conocimiento científico acumulado e implantar un modelo de desarrollo agroecológico sostenible medioambiental y socialmente. No pensamos que vayan a hacerlo, por tanto la sociedad civil tendremos que  someterlos  como consumidores a un boicot permanente de sus productos, una persecución implacable en los tribunales y una respuesta social contundente confrontando a los verdugos que por su avaricia sin límites pretenden destruir toda la Región de Murcia con la inestimable colaboración del poder político, mediático, policial y judicial de esta actual corrupta democracia.

Finalmente, desde la sociedad civil autoorganizada al margen de siglas políticas mafiosas afirmamos que los únicos cerdos que merecen terminar en el matadero son los culpables arriba mencionados: empresaurios, banqueros y politicuchos a su servicio. Y advertimos que sin justicia ecosocial no habrá paz.

Colectivo de Liberación Agroecológica de la Región de Murcia

Isla Perdiguera 

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miércoles, 4 de agosto de 2021

La varita mágica del miedo y su combo ganador: miedo+represión



Sin duda alguna el éxito rotundo del cumplimiento de las medidas COVID19 se debe a la exhaustiva, precisa, meditada y perfecta campaña del miedo que se ha orquestado desde los distintos gobiernos globales y sus tentáculos televisivos.
    
La varita mágica del miedo y su combo ganador: miedo+represión.
     
Sin miedo no se hubiera obedecido sin argumentos como se ha hecho. (No había argumentos porque no había información, así de sencillo). Sin miedo no se hubieran obedecido las contradicciones ni las incoherencias. Sin miedo no hubiéramos aceptado jamás que nuestrxs hijxs hubieran sido maltratadxs por el Estado, como ha pasado. Sin miedo no hubiéramos consentido jamás que se criminalizara a nuestrxs adolescentes y jóvenes. Sin miedo no nos habríamos alejado o enemistado con personas de nuestro entorno analógico o virtual.
    
El miedo trajo la presión social. Personas que nunca hubieran opositado para policías (otras muchas sí lo hubieran hecho con gusto) se dedicaron a policiar las vidas de lxs demás. La presión social se empezó a hacer selfucks con mascarillas fashion que se mostraban en las redes sociales donde el autobombo empezó a generar un relato fotográfico de la responsabilidad, el archivo visual de las buenas personas: la invitación estaba hecha para compartir e imitar la correcta higiene personal por la salud social, muchos likes para la perfecta visualización de la campaña narcisista-individualista pero esta vez maquillado y usando los filtros de belleza por el bien común y lo colectivo.
     
La presión luego trajo una segunda convocatoria a examen social: la de las vacunas. Las redes empezaron (y siguen) inundándose de personas haciéndose fotos poniéndose esos chutes en fase experimental, que la prensa rosa del cotilleo del Poder ha convenido llamar «vacunas».
Las buenas personas,
las personas responsables,
las personas solidarias,
las personas modélicas,
lxs candidatxs a ser ciudadanxs del mes.
    
Sin miedo al señalamiento social no se haría nada de esto, no se tendría nada que (de)mostrar, nada que probar, nada que justificar. Sin señalamiento yo no tendría la sensación de vivir como si fuera un personaje de la película 'La invasión de los ultracuerpos'.
     
Una dosis, otra, ahora dicen que si una cepa nueva, una tercera variante para la ensaladilla y habrá una tercera dosis, por qué no una cuarta. Me parece estar oyendo desde aquí la caja registradora, clin-clin, de las farmacológicas, me parece estar oyendo desde aquí las lógicas castigadoras, fascistas y punitivistas que nunca tienen suficiente, they just can't get enough, necesitando renovar la dosis para esta nueva cepa de fascismo.
    
Ya no se puede hablar de libertad porque Ayuso ha hecho una reapropiación del sustantivo y vivimos en ese momento de la historia en el que todo parece ser un meme. La ultraderecha se ha apropiado de la palabra «libertad» convirtiéndola en un hashtag vacío de contenido político y lleno de memez. Lo peor de todo es que ha sido «la izquierda» la que lo ha hecho viral. Lo peor de todo es que si se nos rompieran las comillas de los teclados de los móviles y de los ordenadores, ya no podríamos hablar de «la izquierda» sin mentir. Lo peor es que estemos revisitando una y otra vez, como en la peli esa del día de la marmota, la frase que popularizó la fascista de Margaret Thatcher de que «No hay alternativa».
  
Estamos atrapados en el tiempo de los miedos y las amenazas que se repiten. El miedo -y su consecuente amenaza- son la base de las fobias que funcionan construyendo un enemigo gracias al cual se crea el sentimiento de pertenencia a un grupo. O estás dentro o estás fuera. Sucede así con el racismo también. Esas mismas lógicas están operando en los relatos coronavíricos donde las personas que manifestamos nuestro rechazo frontal a las medidas COVID estamos siendo construidas como terroristas víricos, sembrando la sospecha de peligrosidad y atentando contra la salud de lxs demás (o contra el sistema sanitario). Al igual que pasa con el terrorismo, se busca como solución la reducción del espacio de movilidad implementando fuertes políticas de control, vigilancia y seguridad. Esto es el pasaporte COVID: la prohibición del libre tránsito en los distintos espacios.
   
Tampoco se puede levantar una ceja porque vivimos en ese momento de la historia en el que el meme eres tú, sin importar lo que argumentes o razones porque ya todo el mundo ve salir platillos volantes de tu boca donde tú crees estar articulando un pensamiento crítico, una crítica al Sistema, una duda razonable, incluso, diría, un miedo.
    
El miedo es territorio COVID y yo no puedo tener miedo porque dicen que soy como la protagonista reptiliana de la serie de los años noventa «V» y yo quiero reapropiarme del miedo y decir:
me da miedo que mis hijxs y lxs hijxs de lxs demás tengan que no-respirar dentro de una mascarilla,
me da miedo la vacuna con todas sus dosis, me dan miedo las personas que llevan un pequeño fascista sentado en el hombro y repiten todo lo que el pequeño fascista les susurra,
me dan miedo las medidas COVID que atentan contra la salud de mis derechos y libertades,
me da miedo que las ocurrencias del fascista Macron sean altamente contagiosas,
me da miedo la gente que ha dejado de vivir para no morir,
me dan miedo lxs activistas de los márgenes políticos y la disidencia con distintos estampados de mascarillas y fotolog de vacunas,
me dan miedo las feministas calladas porque papá Estado está hablando y no hay que interrumpir,
me dan miedo las personas antirracistas sin articular discurso contra Estado covid-colonial,
me da miedo el hashtag #QuédateEnCasa como un horóscopo perverso que vaticinara esta parálisis político-social,
me dan miedo las madres que confinan a sus hijxs,
me da miedo que no se hagan autopsias desde marzo 2020,
me da miedo la iatrogenia,
me da miedo el pasaporte COVID como un marcaje, un número tatuado en Auschwitz, un nuevo triángulo, una nueva forma de segregar, un apartheid, un requisito para transitar el espacio público, quién sabe si un requisito para transitar las relaciones personales.
    
Me da miedo todo eso pero me doy cuenta de que mi miedo no está legitimado, el miedo no es mío, yo sólo soy la caricatura, la burla, el insulto, con suerte la indiferencia o el silencio. El miedo es copyright de la gente que se pone la mascarilla, que encerró a sus hijxs durante el confinamiento, que hace cola para ponerse la vacuna y fotos que lo testimonien. La foto es el certificado mientras esperan que se imponga la obligatoriedad del otro certificado.
    
Pero no dicen «tengo miedo» dando así la razón y el éxito a la campaña del terror que lleva presagiando la muerte de todxs lxs que todavía no nos hemos muerto desde marzo de 2020. No. Dicen «por mí y por todos mis compañeros» y juegan a ser solidarixs y buenas personas mientras se sigue oyendo el clin-clin de la caja registradora y los votos de papel mojado caer dentro de las urnas. No dicen «tengo miedo» porque dicen «soy responsable» y llenan sus redes sociales de responsabilidad. También se han apropiado de eso y la responsabilidad ya tampoco es mía.
    
Llevo un tiempo pensando en cómo los políticos utilizan el término inmunidad «de grupo» para hablar en los medios. Muy al principio decían inmunidad «de rebaño».
Alguien tuvo que decirles que dejaran de usar eso.
Llevo un tiempo pensando en el terrible acierto del término inmunidad «de rebaño».

Lucía Barbudo
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Artículos que reflexionan en la misma línea:

Pase sanitario, una barbarie inaceptable. Por Giorgio Agamben (1943), filósofo y jurista italiano, autor de innumerables libros como Estado de excepción, Homo Sacer. El poder soberano y la vida desnuda, etc. Se ha mostrado muy crítico con la gestión de la crisis del coronavirus, y en su libro La epidemia como política (julio, 2020) expone sus reflexiones al respecto.

mpr21: Comunicado de las juventudes comunistas de Marsella contra el pasaporte sanitario


Libro recomendado: Covid-19 La respuesta autoritaria y la estrategia del miedo



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