jueves, 31 de marzo de 2022

Día de la Visibilidad Trans: hablamos con Dai, María Jael y Vanessa de no binarismo, capacitismo y trabajo sexual





No binarismo

Lucía Barbudo

DAI

Cuando Dai entra en un espacio colectivo, politizado o no, su primera pregunta al conocer a alguien por primera vez es siempre la misma: ¿pronombres? Preguntar por los pronombres es otra manera de señalar cómo presuponemos automáticamente el género de alguien. Dai tiene 22 años, se define como persona no binaria, admite todos los pronombres y forma parte de la asamblea del Orgullo Crítico Murcia desde este verano. En este espacio encontró un lugar en el que no tenía que dar explicaciones ni decir quién era. No se ha sometido nunca a ningún proceso de hormonación, no está operade y no lo ve necesario.

¿Qué reacciones encuentras normalmente cuando haces esa pregunta?

A ver, no le pregunto por ejemplo a gente de mi familia porque es una pregunta fuera de contexto que no tiene sentido y sería como sacar un debate que no viene a cuento, pero sí que lo hago con gente que creo que puede sentirse identificada con otros pronombres diferentes a los que aparentan y es verdad que incluso dentro de espacios más o menos politizados la reacción es de sorpresa en plan, pues masculino, o femenino, como si fuera algo obvio, algo evidente que no hay que plantearse o discutir.

El no binarismo es posiblemente la actitud política más disruptiva y coherente respecto a eso de dinamitar los géneros, ¿te consideras el ejemplo vivo y activo del 'borrado de mujeres'? O dicho de otro modo todavía más polémico si cabe: tu performatividad como persona no binaria, ¿es una amenaza dentro del propio movimiento trans? Me refiero para las mujeres y hombres trans.

Para nada considero que el no binarismo sea el espacio disidente por excelencia. Mi identidad de género y mi expresión de género no invalidan en absoluto las realidades trans de personas que se identifican con un género concreto (hombre/mujer) porque, de hecho, hay más realidades como por ejemplo el género fluido (a veces masculino, a veces femenino).

Hay un lema TERFista, muy sesudo, que reza “El caballo de Troya tiene polla” (referido a las mujeres trans no operadas a las que consideran enemigas de Su Feminismo). Dime, Dai, y, aunque no rime, vamos a reflexionar políticamente sobre esto: ¿eres tú el caballo de Troya con coño?

(Risas) Posiblemente. Desde esa mirada limitada sí, al no concordar el sistema sexo-genérico con la expresión de género, de hecho, ni siquiera sé si me incluirían en Su Puto Feminismo.


¿Qué significa para ti acabar con el género?


Es superpolémico esto. ¡Yo no quiero acabar con el género!

¿No te consideras una terrorista del género como persona no binaria?

Yo no quiero que el género sea una cárcel, pero me parece que son modos de existir que no hay que abolir como tal, para mí es un movimiento político, no creo tanto en lo individual como en lo colectivo. No creo que mi existencia sea un ejemplo a seguir, porque el no binarismo también puede caer en estereotipos y ser hegemónico. Del mismo modo, también pienso que tanto los hombres como las mujeres, ya sean cis como trans, pueden ser personas disidentes en cuanto al género.

Se suele decir bastante que mientras haya una sola persona que se sienta mujer u hombre no desaparecerá el género. ¿Es utópico o crees real la articulación y existencia de una sociedad sin géneros?

A mí es que esto de la desaparición del género me parece más una distopía porque aunque se consiguiera abolir el sistema sexo-género, la expresión de género seguiría existiendo porque no todo el mundo se movería igual, se vestiría igual, etc. De suceder esto, sería un mundo muy gris para mí. Donna Haraway dice que la tecnología es usada por el capitalismo para tener el control sobre las personas, pero que a la vez puede ser una herramienta que podemos utilizar para rearticular el discurso político o el discurso vital. Yo creo que, básicamente, con el género pasa un poco igual.

¿Cómo se acabaría con las violencias que sufres?

¿Quieres una respuesta factible de una persona no binaria? Es que no es factible, pero no por eso vamos a dejar de luchar por ello. No defiendo la utilización de un sistema de represión hacia las personas que combaten nuestras realidades, quiero decir que me posiciono al lado del movimiento anticarcelario, así que no estoy a favor de la utilización de la policía o de las políticas ultrapatriarcales de multas etc. Para mí todo esto no es parte de la solución. Para mí el fin de las violencias está en la respuesta colectiva.


Manifestación por el Día Internacional del Orgullo LGTBI en Bilbo | Monika del VALLE7FOKU



MARIA JAEL

Es una mujer trans, bisexual, anarquista y poliamorosa de 24 años. Es integrante del Orgullo Crítico Murcia y de la CNT y se define como femidisca y género no-conforme, una disidencia que se enfrenta con la forma de vivir los roles que se presuponen tradicional o históricamente. En la actualidad, espera felizmente la llegada de la fecha de su vaginoplastia.

Las violencias son tan prolíficas que hay que hablar de ellas ya en plural. El capacitismo es un término gigantesco donde caben abusos perpetrados a los cuerpos, pero también tiene un amplio recorrido en el ámbito de la salud mental. ¿Cómo definirías el capacitismo que te afecta a ti?

La identidad disca que me interpela es que soy una mujer con movilidad reducida, usuaria en silla de ruedas y me diagnosticaron parálisiscerebral. Desde ahí yo diría que me afecta en el ámbito sanitario porque se me concibe desde una perspectiva bípeda. También en las formas de relacionarme social y políticamente desde donde la gente me juzga (me refiero a las actitudes paternalistas; por ejemplo, que manoseen mi silla de ruedas como si yo fuera un juguete hace que yo pierda autonomía). En tercer lugar, en el ámbito educativo cuando las personas no entienden las necesidades imperativas de accesibilidad (a veces necesito adaptaciones a los contenidos o la educación física en primaria y secundaria ni de coña están adaptadas). Al final se nos obliga muchas veces a seguir un ritmo capitalista y se nos impone una forma de ver la vida que nos mata y que nos limita de acuerdo a lo que se llamaría la Teoría de las Cucharas.

Hemos coincidido en charlas, debates y otros encuentros y te oigo siempre nombrarte “disca” (apócope de “discapacitada”). Hace unos años se señalaba el capacitismo precisamente de usar esta palabra y se pedía en su lugar el uso de “diversidad funcional”. Explícanos por qué te nombras disca.

Decido nombrarme disca como un acto de rebeldía política para evitar cualquier término capacitista con el que nos menciona una persona no disca. Entiendo que al utilizar eufemismos para expresar la discapacidad (como en el caso de decir diversidad funcional) sin querer se está culpabilizando a la persona de una desigualdad estructural que si todo estuviera pensado para que todo el mundo pudiera existir normalmente en la vida diaria participando del mismo modo, la discapacidad no existiría. Diría que es porno inspiracional . Estos discursos que aspiran a ser empoderantes pero que son en realidad muy condescendientes.

Entonces, en esta defensa del término disca, ¿dirías que hay empoderamiento y reivindicación del término 'tullida'?


Sí, no lo digo como insulto, sino como un término empoderante. En el BOE incluso se nos sigue denominando “disminuida” “inválida” “minusválida”, términos muy peyorativos. Hay que prestar atención al lenguaje que es muy asqueroso y muy capacitista.

Me interesa la interseccionalidad de los discursos que conviven y atraviesan tu cuerpo. Las biomujeres, que es como me gusta llamar a mí a las terfistas que piensan que el feminismo está en la entrepierna, han peleado mucho por tener acceso a una cuota de poder, por ejemplo, en los partidos políticos con las listas cremallera. A veces se dice “paridad” cuando sería políticamente más acertado y honesto decir “parida”. ¿Qué opinión te merece a ti tener un cupo como mujer trans discapacitada?

Puede ser beneficioso en un sistema capitalista o en un sistema opresor en el que tenemos que vivir, hablo como disca y como trans, claro. Pero no deja de ser una herramienta por la que me siento utilizada, es tokenismo puro y duro. A lo cual tendría que añadir que me siento ninguneada porque ante esto no sé qué parte de mi identidad me da más miedo. Como mujer discapacitada tengo que decir que el protocolo de integración no es real. Se trata de cubrir un cupo para quedar bien, pero no son puestos de poder ni de responsabilidad real. Echenique fue utilizado, por ejemplo, como representante para blanquear actos políticamente incorrectos de Podemos. Lo mismo te diría con Carla Antonelli. Como transfeminista anarquista no puedo estar de acuerdo con esa representatividad en el Poder.

¿Se puede ser TERFista y trans?

He conocido a mujeres trans votantes de Vox. Sí, se puede ser trans y comulgar con la ideología TERF por alienación. Se llaman a sí mismas “mujeres reasignadas” y niegan las identidades no binarias. Hay un término específico para personas trans que sólo validan una única forma de ser trans o del tránsito que pasa por la validación médica o psiquiátrica y esta peña excluye a las personas no binarias. Dicen que la única forma de ser mujer/hombre trans es tener disforia. Esto es transmedicalismo, el término en inglés es truscum (true transexual scum, basura transexual verdadera).

¿Cómo se acabaría con las violencias que sufres?

Aboliendo el capitalismo como forma única de vida, saliéndonos del individualismo y priorizando las redes y los afectos, desjerarquizándolos.


Cartelería Orgullo Crítico Murcia. Ejemplo de que las luchas son TRANSversales



VANESSA

Tiene 55 años, es mujer transexual intervenida quirúrgicamente y ejerce el trabajo sexual. Es migrante ecuatoriana y lleva viviendo en Expaña 23 años, aunque antes de eso trabajó en Holanda, Francia, Bélgica, Dinamarca, Austria. Recibe clientes en Murcia en la calle y en su piso y actualmente participa en una investigación que está indagando sobre la calidad de vida de las personas trans en el Hospital Virgen de la Arrixaca.

Siendo mujer, trans, migrante y puta, me pregunto: ¿cuántas capas de opresión puede soportar una persona?

Cariño, muchas. El rechazo de la gente es una de las más grandes. La discriminación, la marginalidad… cuando eres trans tienes que estar con una coraza dura y fuerte. Los transexuales somos la última rueda del coche, nunca nos toman en cuenta, hay muy pocas personas trans que sobresalgan, ¿cuántas presentadoras trans ves en la tele, por ejemplo? El rechazo social es mucho más fuerte que hacia los gays. Para alquilar un piso es muy difícil, yo me he enfrentado a recogidas de firmas de los vecinos que presentaron al presidente de la comunidad para echarme de mi casa en Puente Tocinos porque decían que “tenían hijos y maridos y se sentían amenazados”. Incluso un vecino se dirigió a mí como “gentuza” y me dijo que su piso se iba a devaluar con el esfuerzo que le había costado pagarlo porque yo vivía allí. Una compañera está buscando piso y no se lo dan porque es trans. Imagínate, así es de injusta la vida y la sociedad.

Háblame de la prostitución trans.

Hay mucha demanda (yo creo que más de mujeres trans que de hombres trans) porque los clientes son hombres (muchos casados) que no han salido del armario como homosexuales. Muchos mayores que a lo mejor de más jóvenes no salieron del armario, no tuvieron esa oportunidad, pero tienen esas inclinaciones y buscan mujeres trans no operadas. Les gusta mucho una mujer con polla. Nosotras decimos que ellas tienen esa “herramienta de trabajo” (risas). Los clientes que buscan mujeres trans no buscan hombres, buscan mujeres con polla, que es muy diferente. Les gusta que vayan con sus vestidos, su maquillaje, sus pelucas, toda la puesta en escena del cuerpo o la apariencia mujer pero que tengan polla. Eso es claramente homofobia interiorizada…

Pero dime, ¿cómo sientes el peso del estigma donde interseccionan tu cuerpo trans y tu trabajo como trabajadora sexual?

Yo ahora me siento bien. Hago mi trabajo porque quiero. Me siento sensual, atractiva, realizada. Me hice la vaginoplastia hace tres años aquí en España. Empecé a hormonarme en Ecuador donde es muy fácil, sólo tienes que ir a la farmacia y te venden las hormonas, una caja vale 45-50 euros y dura aproximadamente un mes. Estas son pastillas pero también hay parches y sprays. Luego cuando llegué a España me fui al endocrino y me puso tratamiento. Primero tuve que ir al psicólogo y psiquiatra durante muchos años y aprobar un montón de tests porque no puedes entrar en tratamiento hormonal sin el tratamiento psiquiátrico. Cuando yo vine aquí yo era una enferma, me trataban como enferma, era una patología. Ahora esto ya ha cambiado. Yo todavía sigo tomando hormonas porque como no tengo testículos, no tengo testosterona pero tampoco tengo estrógenos, entonces tengo que tomar suplementos hormonales (estrógeno) para evitar problemas de salud como descalcificación de huesos y todo eso.

¿Cómo fue todo el proceso psico-sanitario?

La atención fue muy buena, no tengo queja.

¿Y en tu familia? ¿Cómo fue la salida del armario?

La mayoría de mis compañeras han sufrido mucho, yo nunca tuve rechazo. Soy la última de seis hermanos, tres varones y tres mujeres, fui muy querida, no he tenido problema. Mis sobrinos me adoran. Esa carga de verte afectada porque te ha rechazado tu familia o eres mal vista yo he tenido la suerte de no haberla tenido. En mi familia saben que soy trabajadora sexual. Mi familia era un poco acomodada, mis hermanos tenían su trabajo, mi padre era marino mercante y mi madre era maestra. Yo nunca he tenido que mandar dinero a mi familia. Te digo esto porque hay mucha gente que piensa que trabajamos obligadas y no. Trabajamos en esto por las mismas razones que cualquiera trabaja en otra cosa, porque hay que trabajar. Yo estuve trabajando durante cuatro años dada de alta en distintas organizaciones y también he colaborado en distintas asociaciones. Cuando la crisis en el gobierno de Zapatero esas asociaciones cerraron y volví a ejercer el trabajo sexual, de nuevo regresé a trabajar la calle que nunca fue ingrata conmigo.

¿Cómo se puede poner fin a las violencias que sufres?

Para una persona como yo fin no habrá porque la gente sigue con sus cabezas bien cerradas. Es como la cabeza dura de la iglesia, no se puede cambiar. Esto no va a cambiar, cariño, no veo que me vayan a aceptar en mi totalidad. No me importa que yo taconee aquí y allá y las vecinas me miren mal. Yo estoy tranquila con que me quiera mi familia y mis amistades me acepten tal y como soy. El resto del mundo si se viene abajo, me da igual.


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sábado, 12 de marzo de 2022

El caso de ‘Los Jóvenes de las Vías’ en Murcia: penas de cárcel y multas inasumibles en un circo político-empresarial que celebra un juicio sin pruebas



Manifestantes el 17 de enero 2022/Foto ARM




Lucía Barbudo


Qué difícil ponerse en la piel de estos jóvenes inocentes que esperan con angustia desde hace cuatro años y medio que llegue el 24 de marzo. Qué difícil ponerse en la piel de esas madres y esos padres que sufren por el, quizás, no-futuro de sus hijos. El sistema carcelario amputa la vida, te la corta donde la dejaste, y no te ofrece ni enseña nada a cambio. Desde la noche del 3 de octubre de 2017 en la que hubo una movilización sin precedentes por el soterramiento del Ave hasta que llamaron a los jóvenes en calidad de detenidos a la comisaría del Carmen pasaron 10 días.

La noche del 3 octubre de 2017 marca un punto de inflexión en las reivindicaciones que durante décadas se han llevado a cabo por el soterramiento del AVE en su paso por Santiago el Mayor. Desde el 3 hasta el 17 de octubre que se personaron en comisaría los jóvenes, ya habían pasado dos semanas desde de los altercados. Desde ese 3 de octubre (2017) hasta el próximo 24 de marzo (2022), fecha en la que empezarán los juicios, habrán pasado más de cuatro años y medio.

Cuatro años y medio de maltrato institucional. ¿Cómo se vive eso? Para las personas que seguimos el caso, vamos a las concentraciones o a las manis o simplemente leemos la prensa son sólo fechas, números que se aproximan en el calendario inexorablemente. Pero las fechas son personas, los juicios son personas, los acusados son personas. Imagino los orfidales, las tilas con las vecinas, los ataques de ansiedad, las lágrimas que no quieres que vean tus hijos, la coraza, los terrores nocturnos, las bolsas debajo de los ojos, los estómagos cerrados. "A veces pienso que no voy a poder con esto. No sé si se me va a ir la cabeza... Es tan grande la angustia que para mí la pandemia ha sido algo totalmente secundario. Desde que nos comunicaron esto, es mi primer pensamiento cuando me levanto por las mañanas. Es una pesadilla", me dice Resu, una de las madres de los jóvenes de las vías. "¿Quién dio esa orden y basándose en qué?", se pregunta Plácido, su marido. "Esa noche no se detuvo a nadie y fuimos miles y miles de personas las que estuvimos allí. ¿Por qué ellos?"



Concierto solidario por la Absolución de los Jóvenes de las Vías

La acusación por vía oficial llegó a los familiares en junio de 2019; habían pasado casi dos años desde que llamaron a los jóvenes para ser detenidos sin pruebas. Es muy importante recordar esto: sin pruebas. Ese mismo día se constituye la Asociación por la Absolución de los Jóvenes de las Vías y es desde ese momento que el colectivo de familiares y vecines lleva convocando concentraciones en las vías de Santiago el Mayor el primer jueves de cada mes.

"¿Cómo puede ser? Eso no es posible. Nadie va a la cárcel sin pruebas", me dijo una señora believer del Sistema que amablemente se acercó este pasado 13 de febrero a la concentración estatal contra la Ley Mordaza (cuyo co-convocante aquí en Murcia junto a Amnistía Internacional era la Asociación por los Jóvenes de las Vías por razones evidentes). Sí, señora. Sí puede ser desde la aprobación de la Ley Mordaza en este país donde la policía es juez y parte y donde las personas nos quedamos con los derechos y libertades al aire. La criminalización de la movilización popular o de la protesta social en un Estado de Derecho es un contrasentido, más propio de nuestro pasado franquista y de regímenes totalitarios. Como consecuencia de los desperfectos que se produjeron la noche de los hechos, Adif y Aldeasa piden que las familias paguen más de 130 mil euros bajo el concepto de responsabilidad solidaria por daños y perjuicios. Las familias de la Asociación replican: "Pedimos responsabilidades sobre los 2 millones 300 mil euros que se gastaron en montar y desmontar una obra que no se ha hecho y que la Delegación de Gobierno gastó también, del dinero de todos los murcianos, en traer los antidisturbios de otros puntos de España" ¿Por qué a las empresas públicas no se les piden responsabilidades ni tienen juicios pendientes?

Sin duda alguna, la tardanza en el comienzo de los juicios tiene como finalidad debilitar el movimiento vecinal, que la llama se apague, que se olvide y la gente esté a otra cosa. "Es muy difícil mantener esto en el tiempo», me dice Plácido, "pero te insufla energía el apoyo de la gente, necesitamos sentir el respaldo de la gente para seguir".

"El soterramiento no habrá terminado realmente hasta que no absuelvan a estos jóvenes inocentes y se soterre la injusticia" escuchamos una y otra vez en todos los eventos a los que acompañamos a las familias y vecines de Santiago el Mayor: al final de cada manifestación, de cada concentración, en el evento del Moneo, en las charlas a las que ha ido Resu a participar para explicar el caso, en las charlas organizadas por el Movimiento Feminista de Murcia en el Huerto Lab del barrio de Santa Eulalia, en los miércoles de Micro Abierto en la cafetería Ítaca, en las Jornadas de la Coordinadora Anti Represión Región de Murcia en las que Resu participó para hablar del papel de las madres en los movimientos sociales y donde vimos el documental ‘ESA NOCHE’, en las Asociaciones de Vecinos y Casas de la Mujer así como mesas informativas en los mercados semanales de más de una docena de barrios y pedanías, hasta Madrid se llevó una manifestación… "¿Te cansas de oírlo? Nosotras de vivirlo", gritamos este pasado martes en la manifestación del 8M. Y es que las violencias estructurales son agotadoras de llevar.

Las violencias derivadas de las estructuras de Poder son extremadamente difíciles de combatir porque se les presupone una garantía de Estado de Derecho y desmontar esa creencia cuando pasan casos como el de Los Jóvenes de las Vías es tarea ardua. Los montajes policiales, los policías infiltrados, las puertas giratorias del Poder, el mercadeo de votos, los favores que se cierran en los apretones de manos entre gobernantes y empresarios, todo eso parece parte de un guion ficticio de un thriller policíaco que vemos desde el sofá pero es una lucha vecinal que lleva más de treinta años sucediendo debajo de las ventanas de nuestras casas. "Yo estaba allí, en primera línea", dice una vecina que coge el micrófono para hablar en el atrio del Moneo, "había jóvenes con capuchas y pañuelos negros tapándose la cara. ¿Cómo se identifica a alguien con pañuelos y capuchas? La policía estaba allí y no intervino, ¿por qué?" Cabría preguntarse: ¿podría la policía, empujada y alentada por politicuchos, montar un escenario violento, quemar maquinaria y tirar vallas, para criminalizar a este movimiento vecinal? No es la primera vez que asistimos a este tipo de tácticas y tejemanejes para ejercer violencia contra los y las protestantes y acabar estigmatizando la protesta social, desviando el foco sobre quiénes son realmente los violentos y a los intereses de quién o quiénes obedecen.


Próxima convocatoria para llenar las calles de justicia social

Nadie está investigando la actuación policial. "Nos querían destrozar el barrio porque cuatro señoritos querían coger el AVE ya", afirma Joaquín el Cura en el documental ‘Los Jóvenes de las Vías, una herida abierta’ que se proyectó en el Moneo y que espera tener fecha para ser proyectado próximamente en la Filmoteca. "Francisco Bernabé no puede seguir ocupando poder en el espacio público", dice otro vecino y arranca una tremenda ovación en mitad de la sala, "es un peligro público". La historia de cómo se pasa por encima de les vecines del barrio para hacer obras faraónicas que sólo van a llenar los bolsillos de unos pocos empresarios y políticos se repite en distintas ciudades del territorio expañol.

Este fenómeno conocido como "gentrificación" acaba pauperizando a la clase trabajadora desplazándola a la periferia de sus ciudades, dejando las zonas limpias para disfrute de inversores que se encargarán de demoler, reconstruir y especular con esos barrios cambiando el trazado urbanístico con total impunidad y haciendo finalmente de nuestros espacios públicos y ciudades unos sitios horribles e impersonales para vivir. Dejan morir los servicios (como ha sucedido en Murcia con el Talgo) para justificar su desaparición ofreciendo una alternativa que es económicamente inviable para cualquier vecine. Igual que los Señores de la Guerra hacen su agosto lejos de sus territorios y fronteras, nuestros politicuchos levantan muros lejos de donde ellos tienen sus casas. "Violencia no es poner pegatinas ni cortar el tráfico", escuchamos en el documental. Violencia fue el proyecto de construcción del muro. Violencia fue llevar antidisturbios a las vías fuertemente armados performando la franja de Gaza mientras las familias pasaban por las vías aterrorizadas para llevar a sus hijes al colegio.

El Poder siempre necesita hacer estas puestas en escena, esta performatividad de la violencia, este despliegue siquiera visual de hasta dónde son capaces de llegar para amedrentarnos. Violencia fueron les vecines agredides como consecuencia de las siempre desmesuradas intervenciones policiales en las vías que resultaron en un total de cero agentes imputados de nada. Se ve que alguien piensa que hicieron bien su trabajo. Violencia es sacarse de la chistera a tres jóvenes inocentes e imputarles delitos que no cometieron para mandar un mensaje al movimiento vecinal: no tenéis muro, pero no habéis ganado. Un castigo ejemplarizante para que tomemos nota y sepamos que para ejercer nuestro derecho a manifestación en el espacio público hay que pagar un precio muy alto; hablamos de ocho años de cárcel y una multa de más de 130 mil euros.

"¿Dónde está el actual alcalde de Murcia, don José Antonio Serrano, que no viene a los eventos de los Jóvenes de las Vías? Sí vino a pedir el voto, pero ya no se le ha vuelto a ver desde que empezó este proceso judicial", me comenta una vecina a la salida de la sala Concha Lavella donde la compañía Edmundo Chacour representó una obra en solidaridad con los jóvenes de las vías.

Cuatro años y medio después, la lucha del movimiento vecinal sigue porque, nunca lo repetiremos lo suficiente, la lucha por el soterramiento no habrá acabado hasta que no queden absueltos los jóvenes de las vías. No es sólo una lucha por la absolución, nos jugamos el Estado de Derecho y hasta la misma democracia: la defensa y protección de nuestros derechos y libertades. La Ley Mordaza, diseñada para amedrentar al pueblo en sus reivindicaciones, no va a conseguir nuestra desmovilización.




domingo, 6 de marzo de 2022

‘FÓLLAME’ de Virginie Despentes: terrorismo de género, de clase y de raza directamente en vena

Fotograma de 'Follame' de Virginie Despentes

Introducción por Lucía Barbudo:

"Creo que todas las transfeministas pro-derechos coincidiremos en que Virginie Despentes escribió uno de nuestros más sagrados textos: La teoría King Kong. Para mí fue una voladura de cabeza descubrir que también había escrito novelas y hasta había dirigido una peli basada en una de ellas: FÓLLAME.
Hace años que me leí el libro y, cosas de la vida, he vuelto a ver la peli recientemente y no me resisto, con el 8M a la vuelta de la esquina, a darle un espacio en las críticas de cine de la Carla Boyera.
He aquí una peli fundamental para la acción y la teoría feministas. No defiendo su calidad cinematográfica, pero sí su valor argumentativo, su planteamiento revolucionario, la necesidad de hacer realidad la utopía. Dos cuestiones me parecen que forman el eje principal de este film posporno: la violación (cuestión todavía no apropiada desde los feminismos y asignatura pendiente) y la posibilidad de ser o volvernos violentas acabando para siempre con el mandato de género que nos configura como 'el sexo débil', el ángel del hogar, el eterno ser de luz incapaz de hacer el mal.

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 Artículo de Carla Boyera

Esta película del año 2000 está basada en la novela homónima que su autora escribió con tan sólo 25 añitos. Te besamos la materia gris, Virginie, por este roadtrip llenetico de sexo explícito y violencia, esta versión sórdido subversiva y disidente serie B de Thelma y Louise, esta hidra feminista de dos cabezas. No es casualidad que las protagonistas de este film sean una trabajadora sexual y una actriz porno porque, ¿qué mejores arquetipos (denostados y negados como sujetos políticos por el sector más carca del feminismo) para desmontar las estructuras patriarcales y sexofóbicas contenidas en los movimientos anti-porno y anti-prostitución? ¿Quién mejor que una puta y una actriz porno para darle la vuelta a eso de ser configuradas como ‘víctimas’?

Tanto la propia Virginie Despentes (dirección) como Coraline Trinh Thi (co-dirección) han ejercido el trabajo sexual e incluso esta última tiene como actriz porno más de 60 películas en su cuerpocurriculum. Quizás las escenas de sexo súper explícito de la película (estamos ante una producción posporno más que ante las típicas (e irreales) heteroescenas de sexo vainilla de cualquier película de cine) motivaron que ambas actrices (Karen Bach y Raffaëlla Anderson, interpretando a Nadine y Manu, respectivamente) vinieran de debutar en la industria pornográfica.


Nadine (Karen Bach) juguetea con su dildo de metal

Como vemos en cada gesto, en cada fotograma, la feminidad que despliegan tanto Nadine como Manu no es una feminidad vulnerable, ni frágil, ni condescendiente. La apuesta estética de Nadine por un look andrógino en algunas partes del film contribuye a disipar el binarismo estanco en torno a lo masculino y lo femenino, desactivando todo lo que trae aparejada la feminidad en el imaginario colectivo. «Ser punkarra implica forzosamente reinventar la feminidad», escribiría la Despentes seis años después en su Teoría King Kong. Las dos beben whisky a palo seco, fuman porros, esnifan rayas y se meten en peleas. Nadine se masturba mientras ve porno en la televisión de su habitación. Cuando salen por las noches a zorrear se visten sexy sin que esto se traduzca en peligrosidad ni en minusvaloración hacia sus cuerpos; al contrario, ellas son las peligrosas y las que están dispuestas a infringir violencia sobre otros cuerpos. No hay una mirada masculina detrás de la cámara que las configure como objetos pasivos de deseo, como cuerpos violables: queda claro, en su papel de sujetos deseantes, que ellas son las deciden con quién, cuándo y hasta dónde.

«La fuerza pornopolítica de la película para la parroquia queer», escribe Paul B. Preciado, «radica en su capacidad destructora». Y es que ‘FÓLLAME’ es el imperativo de Virginie Despentes que viene a resignificar la violación y a reivindicar posibilidad de la violencia para las mujeres. Ella lleva un paso más lejos la frase de la Comandante Arian (en el contexto de la lucha de la mujeres kurdas en Siria contra el Dáesh) «Si nos atacan, nos tendremos que defender» para legitimar el ser o volvernos violentas. «Al tiempo que se acerca la muerte, se agudiza la capacidad de supervivencia» escribe la propia Despentes en el prólogo de ‘Paradoxia, diario de una depredadora’ de Lydia Lunch (otra autora y diosa punkarra): «Haber sido construida víctima, convertirse en predadora.» Este cambio en la óptica resulta absolutamente imprescindible si queremos salir del encasillamiento de vulnerabilidad, debilidad y violabilidad en el que tradicional e históricamente nos ha enmarcado el patriarcado. «Dejar que te hundan», propone la feminista francesa dándole otra vuelta de tuerca, es «una forma de reapropiarse del poder».

Desde esta premisa entendemos que Manu desmonta el guion aprendido circunscrito a la víctima de violación cuando sentencia: «Es como un coche que aparcas en el centro, no dejas cosas de valor dentro porque no puedes impedir que lo abran. Y como no puedo impedir que esos capullos lo abran, cariño, no he dejado nada de valor dentro…» Adiós a aquello de que la honra de una mujer está ubicada vulva adentro y tiene más valor que su propia vida. Hola a eso tan brillante que escribía Leslie Feinberg en su Stone Butch Blues: la valentía no es sólo sobrevivir a la pesadilla, sino hacer algo con ella.

Performar la violación en un marco patriarcal significa seguir el guion de la buena víctima: trauma, dolor, vergüenza y sobre todo mucha culpa. Así performa Karla la secuencia de la violación: gritos, resistencia, lucha, forcejeo, el cuerpo enroscado sobre sí mismo para proteger el ultraje, la cara sucia y desmaquillada por las lágrimas. Simultáneamente, unos metros más allá, Manu guarda silencio: «Es como si me follara a un zombie», dice su violador, fastidiado y decepcionado. «Mírala, ni siquiera ha llorado. Joder, eso no es una mujer» «¿Qué te crees que tienes entre las piernas?», responde Manu con insolencia y chulería, insultando al onvre-pene que tenía la pretensión de humillarla y hacerla callar. «No pareces tan traumatizada, me repugnas, zorra» dice el macho violador metiéndose su dildo de carne en la bragueta y haciendo de portavoz de lo que también dicen los jueces en declaraciones en prensa y en sus veredictos en este país.

«Cuanto más forcejeaba ella, tanto más se divertía él. (…) Hay algo en su debilidad. Algo en su vulnerabilidad.» Escribía Helen Zahavi en ‘Un sucio fin de semana’ en el que Bella, su protagonista, también tuvo que resignificar su posición de víctima para dejar de ser abusable. Al igual que Bella, Nadine y Manu también comprenden que el único falo que merece la pena poseer es un arma; la Despentes maneja cinematográficamente el dildo de metal (la pistola) como un artefacto que inicia a las protagonistas en el placer de la supervivencia.

Si la utopía es el dispositivo literario por antonomasia que permite fantasear con mejores mundos posibles, quizás en este mismo sentido sea ‘FÓLLAME’ una utopía feminista donde agredidas nunca más. Una utopía feminista que nos adentrara en la posibilidad de devolver la hostia podría ser la primera página para escribir el guion de nuestro manual básico de supervivencia.

 Este artículo fue publicado el 5/4/2022 en el diario.es: ‘FÓLLAME’ de Virginie Despentes: terrorismo de género, de clase y de raza directamente en vena

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