El sistema actual es el verdadero ganador. Todo funciona según lo establecido. Nos han inculcado por los medios de comunicación dominantes-propagandísticos, por el sistema educativo (acrítico)… la cultura del individualismo, la competitividad, el sentirnos fracasadxs y culpables cuando no alcanzamos nuestros legítimos derechos de vivienda, sanidad, en definitiva, una vida digna. Si perdemos el empleo o la casa, nos hace sentir vergüenza y no quisiéramos que se enterara nadie, ni familia, ni vecinxs, no enfocamos a lxs verdaderxs responsables, nuesrtrxs gobernantes, a su vez gobernados por el verdadero poder, el económico, insaciable, que solo admite los cambios necesarios en cada momento para que nada cambie.
Nos induce a un rencor que focaliza en “el otro” nuestra frustración, pisar a otrx más débil que yo. En el colegio, al débil de la clase, en la familia a la mujer, en la sociedad, además, al pobre, o estigmatizadx, o inmigrante; así yo soy mejor, más importante, soy triunfadxr, mando, si me pisan por arriba yo piso a lxs de abajo.
¿Y nos preguntamos cómo es que triunfan de nuevo las ideas nazis?
Y los partidos que se supone que defienden el estado del bienestar, ¿qué hacen?, intentar conseguir el poder, porque así, dicen, ‘cuando gobernemxs nosotrxs, cambiaremos todo’… ¿no os dais cuenta de que eso no es lo que ocurre?
El PSOE que tiene ese discurso ha demostrado que cuando ha llegado al poder ha seguido haciendo casi lo mismo que sus antecesores, con matices, “más modernos”, cambiando algunas leyes de forma superficial que maquillen lo establecido que permanece inamovible…utilizando también la represión cuando hace falta para acallar las voces críticas, pero a la vez permitiendo las opiniones y acciones que no merecen respeto por intolerantes.
IU-Podemos no se esconden para decir lo mismo: el objetivo es llegar al poder para desde allí cambiar todo, y así confunden y luchan prioritariamente por los votos. Se preguntan qué quiere la gente corriente para decirlo ellos y que los voten. Se olvidan de que la gente corriente más concienciada se ha venido organizando en plataformas y colectivos, con su propia voz, pero no apoyan y fortalecen esos movimientos sociales desde fuera, dejándoles su protagonismo sino que corren para ponerse detrás de esas pancartas, fagocitando su lucha, intentando controlar su fuerza para meterla en sus urnas, feminismo, pensiones, luchas laborales, ciudadanas… dando instrucciones a sus militantes para que se introduzcan y organicen fechas para sacarlos a la calle un día y luego de vuelta a sus casas…que se esperen a las elecciones y que los voten a ellos. Intentan reflotar los sindicatos antiguos y casposos, desprestigiados -cuando no corruptos- por no defender durante años a los trabajadores. ¡Ale!, todos a la calle, con pancartas controladas, ese día, a esa hora, para canalizar la legítima indignación de la gente hacia su urna. Y por dentro luchas intestinas en su propio partido y en sus alianzas por los sillones, lo que verdaderamente les importa a todos.
¿Cómo no se dan cuenta de que están haciendo lo mismo? Lo viejo, lo de antes. Desde fuera sí reflexionamos y no nos gusta, no les aplaudimos ni nos conformamos.
Y encima se permiten el lujo de decir que la culpa de que haya ganado la derechona es de la gente que no ha ido a votar, o ha votado en blanco o voto nulo, quizá por meter una rodaja de mortadela en el sobre en lugar de su limpia lista paritaria.
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