jueves, 31 de marzo de 2022

Día de la Visibilidad Trans: hablamos con Dai, María Jael y Vanessa de no binarismo, capacitismo y trabajo sexual





No binarismo

Lucía Barbudo

DAI

Cuando Dai entra en un espacio colectivo, politizado o no, su primera pregunta al conocer a alguien por primera vez es siempre la misma: ¿pronombres? Preguntar por los pronombres es otra manera de señalar cómo presuponemos automáticamente el género de alguien. Dai tiene 22 años, se define como persona no binaria, admite todos los pronombres y forma parte de la asamblea del Orgullo Crítico Murcia desde este verano. En este espacio encontró un lugar en el que no tenía que dar explicaciones ni decir quién era. No se ha sometido nunca a ningún proceso de hormonación, no está operade y no lo ve necesario.

¿Qué reacciones encuentras normalmente cuando haces esa pregunta?

A ver, no le pregunto por ejemplo a gente de mi familia porque es una pregunta fuera de contexto que no tiene sentido y sería como sacar un debate que no viene a cuento, pero sí que lo hago con gente que creo que puede sentirse identificada con otros pronombres diferentes a los que aparentan y es verdad que incluso dentro de espacios más o menos politizados la reacción es de sorpresa en plan, pues masculino, o femenino, como si fuera algo obvio, algo evidente que no hay que plantearse o discutir.

El no binarismo es posiblemente la actitud política más disruptiva y coherente respecto a eso de dinamitar los géneros, ¿te consideras el ejemplo vivo y activo del 'borrado de mujeres'? O dicho de otro modo todavía más polémico si cabe: tu performatividad como persona no binaria, ¿es una amenaza dentro del propio movimiento trans? Me refiero para las mujeres y hombres trans.

Para nada considero que el no binarismo sea el espacio disidente por excelencia. Mi identidad de género y mi expresión de género no invalidan en absoluto las realidades trans de personas que se identifican con un género concreto (hombre/mujer) porque, de hecho, hay más realidades como por ejemplo el género fluido (a veces masculino, a veces femenino).

Hay un lema TERFista, muy sesudo, que reza “El caballo de Troya tiene polla” (referido a las mujeres trans no operadas a las que consideran enemigas de Su Feminismo). Dime, Dai, y, aunque no rime, vamos a reflexionar políticamente sobre esto: ¿eres tú el caballo de Troya con coño?

(Risas) Posiblemente. Desde esa mirada limitada sí, al no concordar el sistema sexo-genérico con la expresión de género, de hecho, ni siquiera sé si me incluirían en Su Puto Feminismo.


¿Qué significa para ti acabar con el género?


Es superpolémico esto. ¡Yo no quiero acabar con el género!

¿No te consideras una terrorista del género como persona no binaria?

Yo no quiero que el género sea una cárcel, pero me parece que son modos de existir que no hay que abolir como tal, para mí es un movimiento político, no creo tanto en lo individual como en lo colectivo. No creo que mi existencia sea un ejemplo a seguir, porque el no binarismo también puede caer en estereotipos y ser hegemónico. Del mismo modo, también pienso que tanto los hombres como las mujeres, ya sean cis como trans, pueden ser personas disidentes en cuanto al género.

Se suele decir bastante que mientras haya una sola persona que se sienta mujer u hombre no desaparecerá el género. ¿Es utópico o crees real la articulación y existencia de una sociedad sin géneros?

A mí es que esto de la desaparición del género me parece más una distopía porque aunque se consiguiera abolir el sistema sexo-género, la expresión de género seguiría existiendo porque no todo el mundo se movería igual, se vestiría igual, etc. De suceder esto, sería un mundo muy gris para mí. Donna Haraway dice que la tecnología es usada por el capitalismo para tener el control sobre las personas, pero que a la vez puede ser una herramienta que podemos utilizar para rearticular el discurso político o el discurso vital. Yo creo que, básicamente, con el género pasa un poco igual.

¿Cómo se acabaría con las violencias que sufres?

¿Quieres una respuesta factible de una persona no binaria? Es que no es factible, pero no por eso vamos a dejar de luchar por ello. No defiendo la utilización de un sistema de represión hacia las personas que combaten nuestras realidades, quiero decir que me posiciono al lado del movimiento anticarcelario, así que no estoy a favor de la utilización de la policía o de las políticas ultrapatriarcales de multas etc. Para mí todo esto no es parte de la solución. Para mí el fin de las violencias está en la respuesta colectiva.


Manifestación por el Día Internacional del Orgullo LGTBI en Bilbo | Monika del VALLE7FOKU



MARIA JAEL

Es una mujer trans, bisexual, anarquista y poliamorosa de 24 años. Es integrante del Orgullo Crítico Murcia y de la CNT y se define como femidisca y género no-conforme, una disidencia que se enfrenta con la forma de vivir los roles que se presuponen tradicional o históricamente. En la actualidad, espera felizmente la llegada de la fecha de su vaginoplastia.

Las violencias son tan prolíficas que hay que hablar de ellas ya en plural. El capacitismo es un término gigantesco donde caben abusos perpetrados a los cuerpos, pero también tiene un amplio recorrido en el ámbito de la salud mental. ¿Cómo definirías el capacitismo que te afecta a ti?

La identidad disca que me interpela es que soy una mujer con movilidad reducida, usuaria en silla de ruedas y me diagnosticaron parálisiscerebral. Desde ahí yo diría que me afecta en el ámbito sanitario porque se me concibe desde una perspectiva bípeda. También en las formas de relacionarme social y políticamente desde donde la gente me juzga (me refiero a las actitudes paternalistas; por ejemplo, que manoseen mi silla de ruedas como si yo fuera un juguete hace que yo pierda autonomía). En tercer lugar, en el ámbito educativo cuando las personas no entienden las necesidades imperativas de accesibilidad (a veces necesito adaptaciones a los contenidos o la educación física en primaria y secundaria ni de coña están adaptadas). Al final se nos obliga muchas veces a seguir un ritmo capitalista y se nos impone una forma de ver la vida que nos mata y que nos limita de acuerdo a lo que se llamaría la Teoría de las Cucharas.

Hemos coincidido en charlas, debates y otros encuentros y te oigo siempre nombrarte “disca” (apócope de “discapacitada”). Hace unos años se señalaba el capacitismo precisamente de usar esta palabra y se pedía en su lugar el uso de “diversidad funcional”. Explícanos por qué te nombras disca.

Decido nombrarme disca como un acto de rebeldía política para evitar cualquier término capacitista con el que nos menciona una persona no disca. Entiendo que al utilizar eufemismos para expresar la discapacidad (como en el caso de decir diversidad funcional) sin querer se está culpabilizando a la persona de una desigualdad estructural que si todo estuviera pensado para que todo el mundo pudiera existir normalmente en la vida diaria participando del mismo modo, la discapacidad no existiría. Diría que es porno inspiracional . Estos discursos que aspiran a ser empoderantes pero que son en realidad muy condescendientes.

Entonces, en esta defensa del término disca, ¿dirías que hay empoderamiento y reivindicación del término 'tullida'?


Sí, no lo digo como insulto, sino como un término empoderante. En el BOE incluso se nos sigue denominando “disminuida” “inválida” “minusválida”, términos muy peyorativos. Hay que prestar atención al lenguaje que es muy asqueroso y muy capacitista.

Me interesa la interseccionalidad de los discursos que conviven y atraviesan tu cuerpo. Las biomujeres, que es como me gusta llamar a mí a las terfistas que piensan que el feminismo está en la entrepierna, han peleado mucho por tener acceso a una cuota de poder, por ejemplo, en los partidos políticos con las listas cremallera. A veces se dice “paridad” cuando sería políticamente más acertado y honesto decir “parida”. ¿Qué opinión te merece a ti tener un cupo como mujer trans discapacitada?

Puede ser beneficioso en un sistema capitalista o en un sistema opresor en el que tenemos que vivir, hablo como disca y como trans, claro. Pero no deja de ser una herramienta por la que me siento utilizada, es tokenismo puro y duro. A lo cual tendría que añadir que me siento ninguneada porque ante esto no sé qué parte de mi identidad me da más miedo. Como mujer discapacitada tengo que decir que el protocolo de integración no es real. Se trata de cubrir un cupo para quedar bien, pero no son puestos de poder ni de responsabilidad real. Echenique fue utilizado, por ejemplo, como representante para blanquear actos políticamente incorrectos de Podemos. Lo mismo te diría con Carla Antonelli. Como transfeminista anarquista no puedo estar de acuerdo con esa representatividad en el Poder.

¿Se puede ser TERFista y trans?

He conocido a mujeres trans votantes de Vox. Sí, se puede ser trans y comulgar con la ideología TERF por alienación. Se llaman a sí mismas “mujeres reasignadas” y niegan las identidades no binarias. Hay un término específico para personas trans que sólo validan una única forma de ser trans o del tránsito que pasa por la validación médica o psiquiátrica y esta peña excluye a las personas no binarias. Dicen que la única forma de ser mujer/hombre trans es tener disforia. Esto es transmedicalismo, el término en inglés es truscum (true transexual scum, basura transexual verdadera).

¿Cómo se acabaría con las violencias que sufres?

Aboliendo el capitalismo como forma única de vida, saliéndonos del individualismo y priorizando las redes y los afectos, desjerarquizándolos.


Cartelería Orgullo Crítico Murcia. Ejemplo de que las luchas son TRANSversales



VANESSA

Tiene 55 años, es mujer transexual intervenida quirúrgicamente y ejerce el trabajo sexual. Es migrante ecuatoriana y lleva viviendo en Expaña 23 años, aunque antes de eso trabajó en Holanda, Francia, Bélgica, Dinamarca, Austria. Recibe clientes en Murcia en la calle y en su piso y actualmente participa en una investigación que está indagando sobre la calidad de vida de las personas trans en el Hospital Virgen de la Arrixaca.

Siendo mujer, trans, migrante y puta, me pregunto: ¿cuántas capas de opresión puede soportar una persona?

Cariño, muchas. El rechazo de la gente es una de las más grandes. La discriminación, la marginalidad… cuando eres trans tienes que estar con una coraza dura y fuerte. Los transexuales somos la última rueda del coche, nunca nos toman en cuenta, hay muy pocas personas trans que sobresalgan, ¿cuántas presentadoras trans ves en la tele, por ejemplo? El rechazo social es mucho más fuerte que hacia los gays. Para alquilar un piso es muy difícil, yo me he enfrentado a recogidas de firmas de los vecinos que presentaron al presidente de la comunidad para echarme de mi casa en Puente Tocinos porque decían que “tenían hijos y maridos y se sentían amenazados”. Incluso un vecino se dirigió a mí como “gentuza” y me dijo que su piso se iba a devaluar con el esfuerzo que le había costado pagarlo porque yo vivía allí. Una compañera está buscando piso y no se lo dan porque es trans. Imagínate, así es de injusta la vida y la sociedad.

Háblame de la prostitución trans.

Hay mucha demanda (yo creo que más de mujeres trans que de hombres trans) porque los clientes son hombres (muchos casados) que no han salido del armario como homosexuales. Muchos mayores que a lo mejor de más jóvenes no salieron del armario, no tuvieron esa oportunidad, pero tienen esas inclinaciones y buscan mujeres trans no operadas. Les gusta mucho una mujer con polla. Nosotras decimos que ellas tienen esa “herramienta de trabajo” (risas). Los clientes que buscan mujeres trans no buscan hombres, buscan mujeres con polla, que es muy diferente. Les gusta que vayan con sus vestidos, su maquillaje, sus pelucas, toda la puesta en escena del cuerpo o la apariencia mujer pero que tengan polla. Eso es claramente homofobia interiorizada…

Pero dime, ¿cómo sientes el peso del estigma donde interseccionan tu cuerpo trans y tu trabajo como trabajadora sexual?

Yo ahora me siento bien. Hago mi trabajo porque quiero. Me siento sensual, atractiva, realizada. Me hice la vaginoplastia hace tres años aquí en España. Empecé a hormonarme en Ecuador donde es muy fácil, sólo tienes que ir a la farmacia y te venden las hormonas, una caja vale 45-50 euros y dura aproximadamente un mes. Estas son pastillas pero también hay parches y sprays. Luego cuando llegué a España me fui al endocrino y me puso tratamiento. Primero tuve que ir al psicólogo y psiquiatra durante muchos años y aprobar un montón de tests porque no puedes entrar en tratamiento hormonal sin el tratamiento psiquiátrico. Cuando yo vine aquí yo era una enferma, me trataban como enferma, era una patología. Ahora esto ya ha cambiado. Yo todavía sigo tomando hormonas porque como no tengo testículos, no tengo testosterona pero tampoco tengo estrógenos, entonces tengo que tomar suplementos hormonales (estrógeno) para evitar problemas de salud como descalcificación de huesos y todo eso.

¿Cómo fue todo el proceso psico-sanitario?

La atención fue muy buena, no tengo queja.

¿Y en tu familia? ¿Cómo fue la salida del armario?

La mayoría de mis compañeras han sufrido mucho, yo nunca tuve rechazo. Soy la última de seis hermanos, tres varones y tres mujeres, fui muy querida, no he tenido problema. Mis sobrinos me adoran. Esa carga de verte afectada porque te ha rechazado tu familia o eres mal vista yo he tenido la suerte de no haberla tenido. En mi familia saben que soy trabajadora sexual. Mi familia era un poco acomodada, mis hermanos tenían su trabajo, mi padre era marino mercante y mi madre era maestra. Yo nunca he tenido que mandar dinero a mi familia. Te digo esto porque hay mucha gente que piensa que trabajamos obligadas y no. Trabajamos en esto por las mismas razones que cualquiera trabaja en otra cosa, porque hay que trabajar. Yo estuve trabajando durante cuatro años dada de alta en distintas organizaciones y también he colaborado en distintas asociaciones. Cuando la crisis en el gobierno de Zapatero esas asociaciones cerraron y volví a ejercer el trabajo sexual, de nuevo regresé a trabajar la calle que nunca fue ingrata conmigo.

¿Cómo se puede poner fin a las violencias que sufres?

Para una persona como yo fin no habrá porque la gente sigue con sus cabezas bien cerradas. Es como la cabeza dura de la iglesia, no se puede cambiar. Esto no va a cambiar, cariño, no veo que me vayan a aceptar en mi totalidad. No me importa que yo taconee aquí y allá y las vecinas me miren mal. Yo estoy tranquila con que me quiera mi familia y mis amistades me acepten tal y como soy. El resto del mundo si se viene abajo, me da igual.


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