(contexto eje hetero, cis y blanco)
Lucía Barbudo
Las denuncias anónimas por parte de cismujeres heterosexuales a cishombres heterosexuales disfrazan de práctica y justicia feminista el biologicismo esencialista de toda la vida.
Tal y como yo lo veo, las denuncias o acusaciones anónimas encuentran un espacio de expresión en las redes sociales porque el engranaje que debería posibilitar los mecanismos de defensa, reparación y justicia para víctimas de violencias y agresiones sexuales (nos) está fallando. La policía no sirve, las comisarías no sirven, los tribunales no sirven y el Sistema de Justicia Macha en su configuración y articulación no nos sirve. ¿Y por qué habría de funcionarnos un sistema de fuertes raíces violentas (con sesgos machistas, clasistas y racistas) y fuertemente punitivistas?
¿Sabéis quiénes han usado históricamente las denuncias/acusaciones anónimas? Los integrantes del Ku Klux Klan en Estados Unidos, les vecines que así se congraciaban con el Poder en la Alemania nazi y, en nuestro contexto marca España, los acólitos al régimen franquista. Estos grupos, de violento corte supremacista, defensores de la limpieza étnica y ultraderechistas han servido a distintos regímenes, instrumentalizando ideologías e ignorando deliberadamente derechos humanos y derechos fundamentales.
¿A qué régimen sirven ahora estas acusaciones anónimas que encuentran sostén y altavoz en cuentas como la de Cristina Fallarás y que no tardarán en encontrar su réplica en otras cuentas con otros perfiles ideológicos?
El Régimen Cis Heterosexual más básico y de ideología más patriarcal, carca y maniquea es el que sigue defendiendo el binomio: hombres=malos, mujeres=buenas. Puro esencialismo biologicista: el mismo del que beben las lógicas TERF que consideran a las biomujeres únicas herederas legítimas del feminismo, expulsando no sólo a las disidencias de las luchas por la transformación social sino también a los biohombres.
Otra vez el Feminismo de la Entrepierna con su simplismo víctima/verdugo, con su discurso simplón de buenas/malos, con sus lógicas de la alarma social, del miedo y del punitivismo corriendo de la mano. Patriarcado de toda la vida, pero esta vez vestido de morado.
Otra vez binarismo de género a punta pala para devolvernos a la maricastaña re-re-revictimización de las biomujeres, los ángeles del hogar, las que son buenas «por naturaleza». Un giro perverso para el #yosítecreo, que viene acompañado de obligada «sororidad», otra palabra corrupta para cerrar filas en torno a la vulva sin cuestionar nada más.
Puro fanatismo, otro dogma de fe creado, otra religión que ha encontrado su muro de lamentaciones en el perfil de Cristina Ya Nos Estás Fallando contra el que no se puede articular nada, so pena de ser considerada también enemiga, una «mala» feminista.
Las denuncias anónimas de cismujeres hetero a cishombres hetero caen de lleno en reforzar el Régimen Heterosexual Obligatorio y sus lógicas misándricas y punitivistas.
Quisiera saber qué marcos de justicia feminista (nos) estamos creando, para qué nos van a servir y, sobre todo, hasta dónde pensamos que van a llegar en la práctica (no en la pantalla) para acompañar(nos), sanar(nos) y reparar(nos).
Me gustaría que pensáramos colectivamente en lo que estamos haciendo, que pudiéramos hacer una pausa para la reflexión en medio de toda esta vorágine híper loca. Me gustaría dejar de pensar en este feminismo como en La Invasión de los Ultracuerpos, con todos esos autómatas señalando con el dedo y gritando sin articular nada que se entienda.
El lugar de enunciación de la víctima es CERO empoderante y CERO emancipador: ningún sujeto político ha surgido jamás de un esquema victimista. De estos esquemas sólo salen titulares sensacionalistas, hace caja la prensa rosa, biomujeres sacan rédito personal y/o partidista (amén de una buena pasta vendiendo libros) y sólo se ofrecen soluciones asistencialistas que pasan por la validación de las instituciones (partidos que fagocitan la lucha feminista también) de las que el primer beneficiario es el Macho Estado y su industria del castigo y del rescate.
¿Es el feminismo o es el patriarcado el que enfrenta un «nosotras» contra un «ellos»?
Se habla mucho de deconstruir la masculinidad pero no veo que nosotras estemos deconstruyendo esta feminidad que también se diseñó para nosotras. Diría que flaco favor nos estamos haciendo perpetuándola.
Como siempre sucede con el feminismo mainstream, el feminismo que mueve masas, el feminismo que copa los medios de comunicación y acapara toda la atención, este fenómeno de denuncias anónimas en redes se produce no sólo en el eje hetero, sino también en un contexto cis y bien blanco.
Ya tenemos experiencias pasadas donde el #yosítecreo representa e interpela sólo a un tipo de mujeres dejando a todas las demás fuera. La presunción de veracidad, la sororidad y la rabia parece que sólo son compartidas cuando el perfil de víctima se ajusta a mandatos de clase, tránsfobos y racistas.
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