martes, 21 de enero de 2025

Movimiento internacionalista por la justicia climática, el antifascismo y la liberación palestina: The Surge


Murcia se unió a la convocatoria internacional de THE SURGE, una movilización por la justicia climática, el antifascismo y la liberación palestina con una concentración en la plaza de Santo Domingo, el domingo, día 19 de enero.
 
THE SURGE: La Marea ya ha roto fronteras y umbrales, impulsando una sólida convergencia en torno a las cuestiones clave de nuestro tiempo. Este mes de enero, comienza un movimiento internacionalista para la acción de emergencia.

En Murcia forman la plataforma THE SURGE diferentes colectivos como Extinction Rebellion Murcia, BDS, Acampada UMU por Palestina, Women Defend Rojava Murcia, Red UMU por Palestina y Anti Represión Región de Murcia. Además esta convocatoria esta enmarcada dentro de las movilizaciones estatales de la RESCOP (Red Solidaria Contra la Ocupación Palestina).

Estamos entrando en un nuevo ciclo político e histórico, en el que las élites están haciendo marchar a la humanidad hacia un matadero. El genocidio en Palestina y Siria es una muestra de los planes que se tienen para toda la humanidad, empezando por las más pobres.

THE SURGE: La Marea inicia un contraataque popular con movilizaciones el 18 y 19 de enero.
Más de treinta ciudades, entre ellas Ámsterdam, Angra do Heroísmo, Barcelona, Bergen, Bilbao, Bruselas, Bucharest, Faro, Granada, Hamburgo, Ibiza, Innsbruck, La Paz, Lisboa, Londres, Lugo, Madrid, Málaga, Murcia, Oslo, Sevilla, Estocolmo, Sofia, València, Villach, Zaragoza,  de dieciséis países diferentes, han salido a la calle.

Sin embargo, estas movilizaciones no son algo puntual, son el primer paso de THE SURGE: La Marea, que seguirá planificando y actuando. Hace un llamamiento a otras ciudades y movimientos para que se unan y empiecen a preparar el contraataque al mundo de pesadilla que los poderosos y sus secuaces  nos tienen preparado.


En la concentración se llevó a cabo una performance por parte de Las Rebeldes Rojas. Estas activistas surgieron de un grupo de teatro en el Reino Unido y actuaron políticamente por primera vez durante las protestas contra la Guerra de Irak. En 2019 renacen con el movimiento ecosocial de Extinction Rebellion para acompañar a las protestas y acciones donde representan la gravedad de la Crisis Climática actual para visibilizar la necesidad de protección de La Tierra. Ahora hay grupos en muchos países.


 El color rojo de sus trajes representa la sangre que nos une todes, la sangre derramada por las crisis y es una llamada a actuar y sentirnos como una. Se mueven en silencio con gestos lentos que expresan el profundo dolor al que están sometiendo a la Tierra, a los ecosistemas, a las demás especies, a nosotrxs mismxs. También representan la compasión, comprensión y justicia con la que podemos responder a las catástrofes.

Las Rebeles Rojas forman parte de la lucha por la justicia climática y social. Su presencia en movilizaciones de protesta es reivindicativa y a la vez conecta con nuestras emociones más profundas.



Para finalizar la concentración se leyó el siguiente MANIFIESTO:

"Hoy estamos aquí ante una convocatoria de movilizaciones internacional donde más de 30 ciudades de al menos 16 países nos hemos unido para poner de relieve la profunda crisis del capitalismo global y decir basta al fascismo, el caos climático y los genocidios que asolan nuestro mundo.

Pero vayamos punto por punto:

Cerrar los ojos no sirve de nada. El resurgimiento del fascismo nos pone a todes en el camino de la guerra en todos los ámbitos geográficos: civiles, nacionales, regionales y globales. Este retorno se alimenta de la falta de respuestas por parte de los gobiernos a las crisis de nuestro tiempo: sociales, políticas, económicas y climáticas. Los nuevos partidos de extrema derecha se niegan a abordar cualquiera de las verdaderas causas de estas crisis, sustituyéndolas por los odios más antiguos en nuestras sociedades: el odio hacia personas de diferente color, lengua, orientación sexual y religión. Dicen que odiemos a les otres, que miremos hacia otro lado y solo pueden ofrecer un regreso a un pasado miserable. Nos persiguen por ser racializades como no blanques, por ser mujeres, por ser trans, por ser cuir o por ser discapacitadas para el sistema y, sobre todo, porque no callamos y otorgamos. Cierran fronteras y nos empujan a la guerra contra nuestras vecinas, contra nuestro el planeta y, finalmente, contra nosotras mismas.



 El genocidio que el régimen de 'Israel' está perpetrando sobre Gaza, junto con sus crímenes cada vez más atroces en Cisjordania, nos obliga a alzar nuestras voces al unísono para exigir libertad y justicia para el pueblo palestino. (No basta con el alto al fuego que acaba de anunciarse y cuya fragilidad ya se demostró en los anteriores intentos. Es necesario continuar presionando para desmantelar el sionismo con todas nuestras fuerzas.)

Aunque el reciente anuncio de alto el fuego en Gaza tras más de 15 meses de genocidio puede parecer un avance, no acaba con la ocupación, el apartheid ni la violencia estructural contra el pueblo palestino. Es imprescindible mantener y aumentar la presión internacional para que Israel cese completamente su política de opresión y despojo. Al momento de leer estas líneas el alto al fuego todavía no se ha producido, no es real, y no ha detenido el genocidio que solo acabará gracias a la lucha del pueblo palestino y la solidaridad alrededor del mundo.



Tenemos un claro ejemplo de la profundidad de sus raíces en nuestra Región, donde el comercio de armas con Israel es una realidad muy presente y constante a través del puerto de Cartagena y la fábrica de armas de Javalí Viejo. Empresas agrícolas, israelitas como ICL, que promueven un modelo de agricultura que ya se ha demostrado que está acabando con el Mar Menor, también tienen presencia en nuestro territorio y establecen convenios con las universidades de la región. Son ejemplos de cómo, sin saberlo o no actuando, apoyamos el régimen genocida de Israel en la distancia. El estado español y los gobiernos regionales deben romper todas sus relaciones con el régimen sionista y aplicar un embargo de armas integral.

Vemos en el caso del proyecto sionista y genocida un reflejo del ascenso del fascismo. Toda esta colonización y genocidios tienen que ver con el tipo de lógica que nos ha llevado directas a la crisis ecosocial. Está mentalidad ecocida ataca fuertemente a las personas y a los pueblos que se oponen a ella. Como está pasando en Abya Yala (Iberoamérica), y en la Administración Autónoma y Democrática del Norte y Este de Siria (AADNES) donde Kurdas/os y otros pueblos luchan por la liberación de la mujer, la democracia radical y la ecología. Mientras el yihadismo y el estado turco apoyado por la OTAN están impidiendo la creación de una sociedad libre y una paz duradera en Siria.



 
Desde los pilares del Confederalismo Democratico del Kurdistán, la sostenibilidad ecológica es crucial porque una sociedad no puede ser democrática si no hay respeto integral y profundo por la tierra, no somos sus dueños ni explotadores. La naturaleza es un ente vivo del que formamos parte y es imprescindible para la vida por tanto es crucial vivir en respeto, paz y armonía con Ella.


 El cambio climático está provocando un planeta en crisis. Está haciendo que la tierra y el mar sean más cálidos, con condiciones más extremas, más peligrosas, convirtiendo nuestro hogar, la Tierra, en un lugar mucho más hostil para nuestra propia supervivencia.

Los cultivos de los que dependemos están en peligro. Cada vez es más difícil cultivar alimentos bajo potentes tormentas, sequías más intensas y la subida del nivel del mar. El aumento del poder empresarial en la producción alimentaria, la crisis climática y la desigualdad en el acceso a los recursos naturales afectan a la capacidad de las comunidades para cultivar y comprar alimentos, aumentando el hambre en el Sur global. La emergencía climática afecta de forma desproporcionada a las personas en situaciones vulnerables y pone en riesgo sus derechos.

El agua que necesitamos los seres humanos y la naturaleza para vivir se está contaminando y agotando. Los conflictos y guerras por el agua se están intensificando cada vez más. Entre 2020 a 2023 se reportaron 543 conflictos a nivel mundial en los que el agua se utilizó como un arma o fue la causa o el objetivo de la violencia.

En el mundo hay decenas de millones de refugiadas o migrantes climáticas que tienen que huir de sus hogares debido a las consecuencias de la crisis climática. Las más afectadas y vulnerables son mujeres, niñas y personas mayores. Sin embargo, las emisiones de los combustibles fósiles que causan el calentamiento global y la crisis climática siguen aumentando y nunca han sido tan altas.

La respuesta de los gobiernos y las empresas es aumentar los precios, lo que genera ganancias récord y agrava el costo de vida para el 99% de la población. Para el 1% restante, solo es otra oportunidad de hacer más dinero. Hasta ahora, no podemos hablar de que haya una transición ecosocial y energética en marcha, ni una economía verde, solo más dinero generado por las empresas que están creando esta crisis existencial.

Durante décadas, los combustibles fósiles han estado detrás de la crisis, conflictos bélicos, invasiones y violaciones de derechos humanos. Nuestra dependencia del gas y el petróleo no sólo acelera la emergencia climática, sino que también alimenta la maquinaria de la guerra.

La crisis climática fomenta el fascismo y las guerras y nos lleva al colapso.



Caminamos al borde de un precipicio. Esto genera miedo, violencia y una carrera por los recursos, la única solución que nuestras élites han conocido.

Necesitamos actuar con urgencia:

El fascismo no puede detenerse sin detener la guerra. El fascismo no puede detenerse sin frenar el caos climático desmantelando la industria de los combustibles fósiles. El caos climático no puede detenerse en un contexto de fascismo, guerras y genocidio. Las guerras no pueden detenerse sin frenar el aumento del fascismo y el caos climático, que crean las condiciones para nuevos conflictos cada día.

Sabemos que nuestras luchas no pueden seguir desconectadas, aisladas. Es momento de tratarlas como diferentes facetas de la misma crisis. Una crisis causada por y para el sistema capitalista.

Es hora de unirnos, de superar la barrera de las siglas y la compartimentalización y domesticación de las luchas que el capitalismo y el estado nos imponen. Sabemos que las movilizaciones puntuales no funcionan. Es hora de que las vecinas, las plataformas, los sindicatos y los movimientos sociales nos juntemos y nos articulemos.

Si no ahora ¿cuando? El tiempo se acaba!

Solo nosotres, mediante la unión y la lucha, podremos asegurar un presente y futuro dignos para todas las personas del estado y del planeta.

¡No más genocidios, no más genocidas y fascistas, no más explotar nuestros cuerpos y culturas, no más capitalismo, no más colonización, no más caos climático!

¡Por la tierra y la vida: ojos abiertos!"




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