Por nuestra compañera Lucía Barbudo. En la foto, June Jordan, pensadora poeta ensayista y activista negra
Los grandes clásicos de la literatura universal no son universales. Los grandes clásicos del cine universal tampoco son universales. En la carrera de 'Historia del arte' no se estudia historia del arte, sino historia del arte predominantemente blanco, europeo y occidental. En cuatro años en Filología Inglesa sólo leí una obra escrita por una mujer negra y pasé de puntillas por la importancia de las variedades dialectales y las distintas, ricas e ideosincráticas realizaciones fonéticas que, demasiado a menudo y todavía hoy, se utilizan como arma arrojadiza para devolver a cada persona a la casilla de su clase o raza (con el lenguaje inclusivo, ahora también tenemos fauna a punta pala riéndose de todo lo que no sea masculino plural, pobreticOs).
Cada 12 de octubre los fachas zombies de quinientos años de edad salen a festejar que son unos imbéciles ignorantes mientras cada 12 de octubre yo siento a mi hijo en la cocina y lo armo de motivos para que lxs maestrxs le cojan manía y que no le importe. La contrainformación para derribar los discursos hegemónicos sale más barata que los desfiles de la tele y, a diferencia de lo mucho que cuesta mantener toda la fanfarria que viene con la colección de los Playmobil, sentarte con tu hijo en la cocina no sale de robarle del bolsillo a nadie.
Ni la victoria es victoria, ni la democracia es democracia, ni lo universal es universal ni lo genérico está exento de ideología, ni lo particular es minoritario.
Y, desde luego, el blanco también es un color.
Durante el confinamiento han surgido retos para nombrar y compartir títulos de obras literarias. ¿Queréis un buen reto? Mirad vuestra biblioteca. Salid de ese otro confinamiento, ese que no nos da la sensación de estar encerradas porque nunca ha traído multas.
Leed a las mujeres negras:
«¿Qué han hecho por mí los dioses del mundo occidental blanco, de Yahvé a Jesucristo, desde Dante a Nietzsche, desde Milton a T.S Eliot o a Wallace Stevens? ¡Muéstrenme una vida salvada por cualquiera de esos dioses! ¡Muéstrenme una sola vida de color!
A medida que se desciende a mayor profundidad en la histeria mediática sobre presuntas o inminentes «transgresiones del canon» y «violaciones de los fundamentos de la civilización occidental», el olor a podredumbre mental y absoluta supremacía ideológica blanca resulta inconfundible.
Supongamos, por ejemplo, que yo pasase por alto la literatura inglesa y Shakespeare, y en su lugar estudiase chino: historia y literatura chinas. Una cuarta parte de los seres humanos del planeta son chinos. Y no sé prácticamente nada de ellos. No comprendo por qué mi amigo nacido en el año del dragón no puede casarse con su amada porque ella nació en el año del Perro. Pero puedo recitaros una veintena de hermosos versos de sonetos isabelinos. Y no es que yo menosprecie lo que sé, pero no contempló mi ignorancia como algo aceptable. Y si tuviera que escoger entre esos sonetos y la historia de China, y escogiera la historia de China, ¿quién podría criticarme y por qué motivos?
Depende, por supuesto, de la finalidad de la educación. Hasta ahora, indiscutiblemente, la finalidad de la escolarización en Estados Unidos ha sido mantener a los poderosos en el poder. Y, así, las materias escolares tradicionales han presentado cada guerra, cada batalla, cada disputa, cada icono de sabiduría exigido por la educación «superior» a imagen de los poderosos que necesitan que el resto de nosotros creamos que son realmente buena gente. (...)
La distribución actual y la identidad del poder habrán de cambiar necesariamente o tendremos que reírnos de la palabra 'democracia' y apartarla de nuestra conciencia para siempre.
Y esta es la crisis política que cada uno de nosotros personifica de una manera u otra.»
«Hacía un nuevo destino manifiesto» (1992)
June Jordan, pensadora poeta ensayista y activista negra
El feminismo en singular sólo tiene diosas blancas.
Cada 12 de octubre los fachas zombies de quinientos años de edad salen a festejar que son unos imbéciles ignorantes mientras cada 12 de octubre yo siento a mi hijo en la cocina y lo armo de motivos para que lxs maestrxs le cojan manía y que no le importe. La contrainformación para derribar los discursos hegemónicos sale más barata que los desfiles de la tele y, a diferencia de lo mucho que cuesta mantener toda la fanfarria que viene con la colección de los Playmobil, sentarte con tu hijo en la cocina no sale de robarle del bolsillo a nadie.
Ni la victoria es victoria, ni la democracia es democracia, ni lo universal es universal ni lo genérico está exento de ideología, ni lo particular es minoritario.
Y, desde luego, el blanco también es un color.
Durante el confinamiento han surgido retos para nombrar y compartir títulos de obras literarias. ¿Queréis un buen reto? Mirad vuestra biblioteca. Salid de ese otro confinamiento, ese que no nos da la sensación de estar encerradas porque nunca ha traído multas.
Leed a las mujeres negras:
«¿Qué han hecho por mí los dioses del mundo occidental blanco, de Yahvé a Jesucristo, desde Dante a Nietzsche, desde Milton a T.S Eliot o a Wallace Stevens? ¡Muéstrenme una vida salvada por cualquiera de esos dioses! ¡Muéstrenme una sola vida de color!
A medida que se desciende a mayor profundidad en la histeria mediática sobre presuntas o inminentes «transgresiones del canon» y «violaciones de los fundamentos de la civilización occidental», el olor a podredumbre mental y absoluta supremacía ideológica blanca resulta inconfundible.
Supongamos, por ejemplo, que yo pasase por alto la literatura inglesa y Shakespeare, y en su lugar estudiase chino: historia y literatura chinas. Una cuarta parte de los seres humanos del planeta son chinos. Y no sé prácticamente nada de ellos. No comprendo por qué mi amigo nacido en el año del dragón no puede casarse con su amada porque ella nació en el año del Perro. Pero puedo recitaros una veintena de hermosos versos de sonetos isabelinos. Y no es que yo menosprecie lo que sé, pero no contempló mi ignorancia como algo aceptable. Y si tuviera que escoger entre esos sonetos y la historia de China, y escogiera la historia de China, ¿quién podría criticarme y por qué motivos?
Depende, por supuesto, de la finalidad de la educación. Hasta ahora, indiscutiblemente, la finalidad de la escolarización en Estados Unidos ha sido mantener a los poderosos en el poder. Y, así, las materias escolares tradicionales han presentado cada guerra, cada batalla, cada disputa, cada icono de sabiduría exigido por la educación «superior» a imagen de los poderosos que necesitan que el resto de nosotros creamos que son realmente buena gente. (...)
La distribución actual y la identidad del poder habrán de cambiar necesariamente o tendremos que reírnos de la palabra 'democracia' y apartarla de nuestra conciencia para siempre.
Y esta es la crisis política que cada uno de nosotros personifica de una manera u otra.»
«Hacía un nuevo destino manifiesto» (1992)
June Jordan, pensadora poeta ensayista y activista negra
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