miércoles, 24 de noviembre de 2021

#CádizRESISTE Cuantos más privilegios tienes, más empatizas y justificas la violencia ejercida por el Estado




Esta mañana en la cadena no-Ser un tertuliano-ano decía que la policía no es de izquierdas ni de derechas, y estoy de acuerdo. La policía es del Poder, da igual el color del cubilete de quien esté tirando los dados del parchís en ese momento.
  
La autoridad y la violencia del más fuerte se la pone dura a todo tipo de personas.
La Ley de Seguridad Ciudadana nunca fue una ley elaborada pensando en la seguridad de la masa ciudadana. Al contrario, siempre fue una herramienta para 1) garantizar la impunidad de aquellos legitimados para ejercer violencia (las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado) y 2) garantizar el blindaje de las instituciones en el Poder, gracias, precisamente, a la impunidad de la que goza su brazo armado.
    
Que a los trabajadores no se les escucha con pelotas de goma ni con gas lacrimógeno es algo que cualquiera que tenga algo de experiencia en el diálogo (y no en la violencia) puede fácilmente comprender. Que con el Poder nunca hay diálogo sino sólo monólogos es algo sobre lo que ya se ha vivido y escrito mucho.
    
El diálogo es una fuerza comunicativa horizontal que, por definición, se da entre iguales. La violencia, en cambio, siempre es vertical y deja ver las jerarquías que componen su columna vertebral; es el esqueleto que sostiene el cuerpo del Poder.
    
Cuantos más privilegios tienes, más empatizas y justificas la violencia ejercida por el Estado, más monólogo quieres. Lo escucho cada mañana en la radio cuando los tertulianos-anos dicen muchas veces «orden y seguridad» y no dicen nunca «abuso de poder», «incumplimiento de contrato» o «miseria». Hay que estar muy arriba en la pirámide socioeconómica darwiniana para ver violencia en un trabajador y no ver violencia en un policía mandado por el gobierno más progresista de la historia, para ver violencia en una okupación y no ver violencia en un desahucio.
    
Siempre están quienes dan las órdenes y quienes las reciben. Y en medio de todo eso, además de un colegio y muchas casas con familias y vecines, hay personas que resisten.
Apoyo y fuerza a los trabajadores del metal en Cádiz.

Lucía Barbudo

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