La población penitenciaria en general sufre una estigmatización social relacionada con las situaciones de vulnerabilidad que les rodean, y en el caso de las mujeres se añaden características discriminatorias y desventajas especificas ligadas al género.
Se trata de una población que se enfrenta a una realidad y unas necesidades determinadas que el sistema penitenciario no cubre, ya que la mayoría de las cárceles españolas han sido diseñadas y destinadas mayoritariamente a la población masculina. Las mujeres son recluidas a un pequeño sistema dentro del mismo que no tiene en cuenta sus especificidades.
El hecho de que estas mujeres hayan transgredido la ley implica también que han incumplido determinadas normas de género, lo cual supone una doble sanción social que generalmente se traduce en estigmatización y marginación.
En el contexto de las jornadas que se están realizando de cara a la huelga feminista del 8M, queremos que la voz de las que están dentro también pueda escucharse fuera, ¡porque esta lucha es de todas!
Las cárceles para las mujeres implican una doble prisión, Los roles de género se evidencian. Las violencias, las vejaciones, las torturas y el maltrato se sistematizan y justifican.
La culpabilización, el abandono o la victimización son tres grandes estrategias para estigmatizar y docilizar a las “delincuentes”. Además, se da una trama compleja de relaciones entre la sexualidad, el género, el crimen y el pecado que hay que considerar. Por ello, los análisis de la criminología hegemónica que asocian el delito con la criminalización de la pobreza son insuficientes y es preciso ir más allá: es necesario arrojar una mirada feminista sobre las prisiones para captar la complejidad de engranajes, dispositivos y tecnologías de género que se ponen en juego en la construcción de la delictividad, la criminalización y el encierro penitenciario. También para analizar las dimensiones de raza, sexualidad, edad, procedencia… que tienen que ver con la represión y el castigo.
En las prisiones todo esto se comprueba al observar los procesos de construcción de feminidades dóciles, pasivas, obedientes, y heterosexualizadas. La reeducación de los cuerpos y su adaptación a un modelo neoliberal, patriarcal y binarista, su normalización, son funciones privilegiadas del aparato penitenciario. De este modo, mediante los talleres educativos y/o laborales, la gestión de la sexualidad, el uso del miedo y las amenazas en la industria del castigo o el recurso a la culpa y la maternidad en un contexto de sacralización de la familia nuclear, las tecnologías ortopédicas de género se desplegarán con todo su esplendor para modelar las subjetividades.
Este modelaje será especialmente visible y castrante para las personas que presentan identidades de género no binarias o no “coherentes” con el continuum sexo-género-deseo y orientaciones-opciones sexuales no heterosexuales -o no monógamas, no reproductivas, remuneradas, fetichista, etc.-. La negación de la visita íntima a lesbianas, la represión de las expresiones de afecto entre mujeres y lesbianas o el rechazo a las identidades fronterizas serán mecanismos de regulación de las subjetividades, los cuales pasan por el estigma, el castigo y el maltrato.
Sus voces no quieren ser oídas, siendo ellas las protagonistas. Sus demandas son ninguneadas o ignoradas, es por ello que en este espacio queremos que se escuchen algunas de sus reclamaciones:
-Una asistencia sanitaria, general y especializada. Que puedan acceder cuando lo haríamos cualquiera de las que estamos fuera, sin esperar a que se agraven las enfermedades.
-Un economato adaptado a sus necesidades.
-Más recursos para las personas que se encuentran en situación de indigencia.
-Más acceso a formación.
-Equiparación del acceso al trabajo independientemente del género.
-Asistencia psicológica diaria.
-Más recursos para el modulo 15 (conflictivo).
-Y un autobús que permita llegar a las familias y amigas.
Aunque un muro nos impide mirarnos o abrazarnos, eso no nos frenará, eso solo nos da más fuerza para gritar... Sin las presas, las putas, las migrantes, las taradas, las locas, las trans, ¡nunca estaremos todas!
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